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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Esto va muy en serio, señores

Las medidas tomadas para reforzar la solvencia de bancos y cajas no están a la altura de la envergadura de la crisis y, si el Gobierno no actúa de inmediato, hay serio peligro de acabar en un riesgo sistémico con consecuencias dramáticas. Este diagnóstico pertenece al presidente de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), Juan Ramón Quintás, y fue el hilo conductor de la sólida comparecencia que tuvo ante la Comisión de Economía del Congreso de los Diputados el pasado martes. Una descripción que públicamente suscribe, matiz arriba, precisión abajo, su homólogo en la patronal bancaria, Miguel Martín, quien pasó hace dos semanas por la comisión parlamentaria. Como también lo hacen, con más énfasis en privado que en público, los banqueros y cajeros más notables del país.

El argumento central que utilizan todos ellos es que la banca española empieza a sufrir muy en serio la amenaza de la caída de la solvencia y que cada mes que pasa sin poner remedio el problema se agudiza y, lo que es aún peor, a una velocidad de vértigo.

Los cálculos más extendidos en los despachos de los directivos de las grandes corporaciones financieras nacionales apuntan a que a los alrededor de 70.000 millones de euros de créditos dudosos que hay en la actualidad se le pueden suman otros 100.000 millones en lo que resta de año. Este espectacular incremento conlleva un esfuerzo de respaldo de capital enorme, difícilmente al alcance de algunas entidades si mantienen su situación actual. Pero este panorama no sólo pone en riesgo a estas entidades, sino que automáticamente provoca que todas ellas sean contundentemente restrictivas en la concesión de préstamos, con lo que sólo se logra que el parón de la actividad empresarial y económica se agudice.

Llegados a este punto se hacen necesarias dos cosas: un análisis técnico que marque una hoja de ruta que fije los tiempos del reforzamiento del sistema financiero y el empuje político para emprender el proceso.

El primer aspecto tiene las bases puestas. El Banco de España ha pedido a las entidades financieras que hagan una proyección, un análisis de estrés, de cómo evolucionarán en los próximos tres años en varios ratios. El plazo máximo de entrega de ese ejercicio acaba con este mes. Y con esos datos en la mano, el Banco de España tendrá un fotografía exacta, más aún si cabe de la que posee con el estricto seguimiento que hace de las entidades, de la salud del sistema.

La gran dificultad descansa en el segundo aspecto. Es necesario que el Gobierno centre sus esfuerzos políticos en esta reforma. Pero lo que es más importante. Resulta imprescindible que las fuerzas políticas, ante todo PSOE y PP, hagan un gran pacto que engrase, singularmente en el caso de las cajas, las decisiones, drásticas quizá, que sin duda habrá que adoptar. Esto va muy en serio, señores.

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