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Tribuna
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Los osos no son los culpables

Los osos entraron en letargo en 2003 y desde entonces casi nada se sabía de ellos. Pero sólo estaban esperando el momento adecuado para despertarse y eso fue a finales de 2007, cuando las presas estaban en su punto álgido, en esas zonas de 16.000 puntos de Ibex, 1.550 del S&P 500, 14.000 del Dow. Qué tiempos aquellos donde se decía que el mercado subiría más, pero nadie preveía que los osos se despertarían con tanta hambre. Al igual que los toros disfrutaron de sus momentos de gloria, ahora es el turno de los osos.

Como todo apasionado del trading conoce, los osos, toros, cerdos y ovejas son personajes que escenifican los participantes del mercado, según un viejo adagio de Wall Street. Cada día se establece una batalla entre toros y osos (los toros son aquellos que piensan que el mercado va a subir; los osos, por el contrario, piensan que va a bajar; los cerdos se ven arrastrados por la codicia y no tienen claro qué postura tomar, mientras las ovejas se mueven por el miedo a tomar posiciones en el mercado y son muy influenciables por el resto de participantes, analistas y gurús).

No seré yo quien ahora señale con el dedo como culpables de todos los males a los osos que están activos en el mercado y que están siendo cuestionados por la ofensiva de las posiciones cortas de determinados hedge funds, a los que se acusa de 'estar volcados en hundir la cotización de las entidades financieras nacionales'.

En los últimos días, volvemos a oír voces que intentan prohibir sus movimientos. En mi opinión, no es la solución para cambiar la tendencia bajista, esto ya se intentó y vimos cómo las mayores caídas en los mercados se originaron cuando los osos no podían operar, produciéndose ineficiencias claras de liquidez en los mercados con horquillas de varios puntos en valores de muy alta capitalización bursátil.

Las medidas que limiten la libertad de mercado, pasando de un sistema eficiente a otro ineficiente, no son muy aconsejables. Tan lícito es abrir posiciones largas (comprar) porque se cree que un valor está infravalorado, hay una buena gestión, buenas perspectivas y creemos que debería subir, como poder ponernos cortos (vender) por creer que un valor está sobrevalorado, que empeora su visión por fundamentales o técnico y debería caer.

Las formas de realizar este tipo de operativa sería un punto importante a reflexionar. No es lo mismo vender en descubierto, sin tener los títulos en cartera, que vender títulos prestados. La primera opción es una práctica que sí creo que distorsiona el normal funcionamiento del mercado de contado, podríamos asimilarlo a comprar sin disponer del efectivo para cubrir la compra de las acciones. Con la segunda opción, el inversor, a cambio de un tipo de interés, recibe títulos, que luego puede vender.

Una postura muy acertada y posiblemente modelo a seguir por otros mercados, la encontramos en nuestro sistema, donde la CNMV no permite las ventas en descubierto y sólo vía préstamo de títulos, sabiendo el volumen en préstamo, además de hacer público los inversores con posiciones cortas que superen el 0,25% del capital.

El inversor debe ser libre de realizar con sus activos las operaciones para conseguir su objetivo de rentabilidad, y una de éstas puede ser prestar los títulos que tiene en cartera. Como todo es mejorable, se podría plantear que las entidades emisoras de las acciones, en defensa de sus accionistas, puedan tener en determinados casos, que por volumen de títulos pudiera afectar a la cotización, el derecho de tanteo. Al igual que las entidades están autorizadas a realizar autocartera, se podrían destinar recursos al préstamo de valores evitando que esa munición llegue al oso y los venda en el mercado.

Si me consideran culpable por defender la libertad de mercado, por favor, como leí en un artículo: 'Sí. Soy culpable de beneficiarme de los mercados bajistas y, según la ley de los toros, debo ser colgado. Pero cuelguen conmigo a los culpables de la gestión y dejen de salvarlos con paños calientes y acunarles entre billetes verdes'. Este tipo de posturas pueden asimilarse a un equipo que siempre juega y gana por goleada, pero cuando el rival reacciona y gana algún partido quiere cambiar las reglas del juego.

Daniel García Rojí. Responsable de clientes privados de IG Markets

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