Tras las subprime, ¿los infrabonos europeos?
Se reabre el debate sobre la conveniencia de que los socios de la zona euro emitan deuda pública de manera conjunta para sufragar sus crecientes números rojos. El hecho de que Italia, gobierno y oposición al unísono, sea el principal adalid de la propuesta debería bastar para olvidarse sin más del asunto.
Pero en Bruselas nunca se desperdicia la oportunidad de sumarse a una aburrida disquisición bizantina, aunque se sepa desde el principio que el debate no llegará a ninguna parte. De modo que la emisión de eurobonos latirá en la agenda comunitaria mientras dure la actual crisis financiera.
El objetivo es encomiable, porque sumar la emisión de deuda de los países de la zona Euro crearía un mercado con mucha más liquidez y más capacidad de atracción para el inversor internacional. Pero parece inviable mientras la política fiscal siga siendo responsabilidad de cada socio. Y resulta descabellado plantearlo cuando se está abriendo la brecha entre los rendimientos de la deuda pública de los diferentes socios, porque el mercado podría interpretar la emisión conjunta como un descarado intento de camuflar los riesgos de impago de los países menos fiables. Una especie de bono de alto riesgo que recordaría demasiado a las hipotecas subprime que EE UU ha desperdigado por todo el planeta.
Quizá hubiera sido posible plantear la emisión conjunta entre 1999 y 2006, cuando se produjo una convergencia sin precedentes en el rendimiento de los bonos de los países de la zona Euro, hasta llegar a un diferencial de menos de 50 puntos básicos entre la deuda pública de los diferentes socios. Pero claro, entonces en Italia, cuya deuda supera el 100% de su PIB, nadie se acordó del eurobono. Ni Prodi ni Berlusconi.