Primer aldabonazo... Llaman al cambio
Los analistas económicos están enzarzados en discutir sobre el alcance, intensidad y duración de la crisis. Son pocas las voces que enfocan el problema desde una perspectiva sistémica; es decir, desde el agotamiento de los paradigmas sobre los que se sustenta el actual sistema económico mundial y los que constituirán las coordenadas del nuevo orden económico y social que deberá conformarse en las próximas décadas. Pero la tarjeta de crédito que nos permitía seguir estirando el presente ha sido anulada. Nos vemos obligados a devolver las últimas compras y a hacer frente a las que, con excesiva despreocupación, habíamos realizado a plazos.
Tratar aquí de ayudar a alumbrar el futuro es pretencioso, pero hay aspectos que deben resaltarse sobre el agotamiento del sistema actual de generación de bienes y servicios, aun a riesgo de ser 'políticamente incorrecto' .
Un sistema económico sustentado en la expansión del consumo bajo la creencia de que 'las necesidades del hombre son ilimitadas', y que por tanto la economía debe habilitar los medios para satisfacerlas de la manera más eficiente posible, resulta, cuando menos, perverso. El mundo tiene unos recursos limitados, especialmente las fuentes de energía de origen fósil, que son el mecanismo sobre el que se sustenta y articula el sistema productivo actual.
Si esa causa en sí misma no fuera suficiente para exigir un cambio sistémico, hay un factor adicional que tampoco podemos ignorar, y es la imposibilidad del actual modelo económico para dar una respuesta eficaz y justa al crecimiento exponencial de la población mundial, especialmente en los países más pobres.
Pero nos negamos a aceptar colectivamente que nuestro modelo económico es incapaz de generar los millones de empleos productivos que demanda el crecimiento de la población mundial. El ser humano es una plaga para el planeta de consecuencias letales, y su nivel de depredación será insostenible si hacemos extensivo a todos sus habitantes el nivel de demanda actual de los países más desarrollados.
Mi afirmación no es nueva. T. R. Malthus fue un visionario que en 1798 extrapoló un modelo catastrofista al que voces interesadas se esforzaron en banalizar sin reparar en la importancia premonitoria de su reflexión. Recientemente, Isaac Asimov, en su tratado sobre Introducción a la Ciencia (Basic Books, 1973) afirma con rotundidad que la Tierra 'no puede' continuar linealmente con el modelo actual sin llevarnos colectivamente al abismo.
Unos cuantos datos sobre la evolución y estructura de la población mundial nos pueden permitir entender la magnitud del problema: en el año 1900 la población mundial era de 1.600 millones de personas; en 1960, aumentó a 3.000 millones, pero ya en el año 1999, sólo cuarenta años después, se duplicó hasta los 6.000. Los datos más recientes que se manejan oficialmente estiman que al inicio del año actual el número total de habitantes de nuestro planeta alcanzó la cifra de 6.750 millones de almas. Sólo en la última década el crecimiento ha sido de 1.500 millones, de los que el 90% corresponden a países subdesarrollados. La dispersión de la tasa de crecimiento es alta: mientras que los países más desarrollados está en el entorno del 0,3 por mil, algunos, como Liberia, ha duplicado su población en tan sólo nueve años.
Aunque es posible, según los expertos, que la población global se estabilice dentro de cien años en 10.529 millones, el tránsito generará tensiones inasumibles y cambios en el modelo de organización económica y social de una magnitud inimaginable. Pero no nos engañemos, cien años, en la historia de la humanidad, a pesar de la aceleración del proceso histórico que ha generado la ciencia en los últimos siglos, son apenas nada, y están llamando ya a nuestra puerta. El primer aldabonazo para iniciar una reflexión hacia el cambio nos ha venido por sorpresa en esta crisis global. Una crisis con la que sin duda se despereza el siglo que acabamos de estrenar.
Fernando Diago de la Presentación. Presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos, Ascer