Límites claros al déficit fiscal
Las cuentas públicas cerraron 2008 con un déficit del 3,8% del PIB, desconocido desde hace doce años. El dato eleva en cuatro décimas lo anunciado hace sólo un mes y supone 4.400 millones de euros sobre un desvío fiscal de 41.874 millones. El secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, atribuye el fuerte déficit de 2008 al descenso de los ingresos (más del 18%) y a las medidas contra la crisis (responsable de la mitad del desfase). El desplome de la actividad explica de sobra la merma de la recaudación.
Respecto a los planes del Gobierno, son una respuesta adecuada ante la grave situación de la economía nacional y mundial. Otros países han tomado medidas similares. Sin embargo, hay que prestar mucha atención a su evolución para cerciorarse de si logran los efectos perseguidos. Y aquellos gastos que no cubran las expectativas tienen que retirarse, por responsabilidad, a pesar del posible daño político de la decisión. Entre ellos, está la rebaja de los 400 euros en el IRPF, cuyo coste ronda los 5.400 millones de euros.
Aunque sea inevitable que el Gobierno recurra al déficit, no puede hacerlo de forma ilimitada. El ahorro en gasto corriente de 1.500 millones aprobado recientemente, aunque insuficiente, es un buen principio. Pero debería haberse extendido a algo distinto, como congelar los sueldos de los funcionarios, porque muchos de los que financian su empleo y renta los están perdiendo a velocidades alarmantes.
Bruselas ya ha anunciado que denunciará a España por incumplir el límite de déficit del 3%. El Gobierno pedirá planes de saneamiento a las Administraciones autonómicas que se desvíen del nivel admitido, pero debe autoaplicarse el mismo cuento y elaborar cuanto antes un plan fiscal para volver al equilibrio. Cuando más dificultades hay para financiar desde el exterior la actividad, más contribución debe hacer el Estado a restaurar el prestigio financiero, que en los últimos meses se ha debilitado de una forma realmente notable.