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Columna
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BNP complace a Sarkozy

En Francia, donde la agresividad ejercida contra los banqueros es tan intensa como en cualquier parte, BNP Paribas ha trabajado duro para caer en gracia al más agresivo de entre los agresivos, Nicolas Sarkozy. El presidente francés ha querido poner rigurosas exigencias a los bancos. BNP las ha cumplido tan bien que parece el mejor de la clase.

Michel Pébereau, presidente -no ejecutivo pero aún muy activo- de BNP, se desmarcó de sus compañeros banqueros que querían resistirse a dejar las primas. Sus colegas tuvieron que seguir su ejemplo. BNP, que insiste en que no tiene problemas de financiación, se ha comprometido a tomar su parte de los 10.500 millones de euros de la segunda ronda de ayudas que París está obligando a aceptar a la banca. Otros bancos, como Crédit Agricole, que dice que no quiere el dinero, se muestran aún evasivos.

Ahora BNP está comprobando qué pasa si dice que pagará dividendos por valor de un tercio de los 3.000 millones de beneficios netos registrados el año pasado. Aunque se trate de una coincidencia, ése es precisamente el ratio de pago de dividendo sugerido recientemente por Sarkozy para las compañías francesas. La partición de los beneficios deseada por el presidente galo es de un tercio para los accionistas, otro para los empleados y otro en reserva para inversión.

Pero Sarkozy ha sugerido que los bancos que hayan recibido ayudas públicas deben eliminar los dividendos. Eso se le aplicaría a BNP, que en conjunto habrá recibido del Estado 5.000 millones. Los 1.000 millones repartidos como dividendos habrían reducido las ayudas públicas.

¿Por qué está BNP tan deseoso de complacer? No puede ser sólo porque se rumoree que Pébereau ansía convertirse algún día en el ministro de Finanzas de Sarkozy. Aceptar las demandas del Gobierno puede ayudar a BNP a negociar con el Estado mejores condiciones. El banco consiguió el año pasado que le convirtiesen la deuda subordinada en acciones preferenciales, ayudando así a impulsar el ratio de capital Tier 1 de un débil 5,5% a un más respetable 6,5%.

Algunos competidores están empezando a quejarse de que la política bancaria de Sarkozy parece hecha a medida para el banco más grande de Francia. Otros están perplejos porque el banco que debería ser el último en necesitar la ayuda del Gobierno es el primero que corre a por ella.

Por Pierre Briançon.

Un plan bien pensado

Después de la decepción de los mercados con el muy limitado plan de rescate bancario del secretario del Tesoro de EE UU, Tom Geithner, pocos esperaban algo mucho mejor del plan de la Administración Obama, de 275.000 millones de dólares, para reducir las ejecuciones hipotecarias. En una agradable sorpresa, ha entregado un elegantemente estructurado plan. En particular, los 75.000 millones destinados a ayudas a bancos y servicios financieros para reducir los pagos de las hipotecas puede ser el mejor gasto de todos los dineros del rescate.La mayoría de la gente quiere seguir en sus casas. Esto quiere decir que reducir las ejecuciones hipotecarias puede hacerse bien rebajando los pagos mensuales o bien reduciendo el principal. Desde que estalló el mercado hipotecario, enfocar los pagos mensuales es el camino correcto.Hecho esto, el Gobierno planea combinarlo en parte con la reducción del pago de intereses. Los prestamistas probablemente han preferido una pequeña reducción en los intereses por la incierta y a menudo baja recuperación que obtienen en una ejecución hipotecaria. Los servicios financieros, mientras tanto, recibirán 1.000 dólares por cada propietario idóneo que convenzan para modificar una hipoteca. Puede no parecer mucho, pero es probablemente bastante para animar a los servicios financieros a participar, pues en un negocio con bajo margen tener a los propietarios de viviendas en mora no interesa.Las siguientes partes son inteligentes también. Prestatarios y financieras recibirán 1.000 dólares anuales durante cinco y tres años respectivamente para mantener sus préstamos actuales. El Gobierno pagará incentivos similares a bancos y financieras que modifiquen los préstamos en riesgo existentes.Todo esto da como resultado un plan que tiene sorprendentemente poco riesgo moral. Los propietarios carecen de incentivos para dejar de pagar su hipoteca. Servicios financieros y banca sufren bastantes cargas así que presentar clientes no aptos no tiene sentido.Por supuesto, tal plan recompensa a aquellos que sacaron grandes préstamos para comprar casas que no habrían podido permitirse. Pero la extensión del problema de la ejecución hipotecaria hace políticamente necesaria la acción. Por suerte, el plan de la Administración parece bien pensado.Por Robert Cyran

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