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La destrucción, más rápida que el arreglo

Nuño Rodrigo - 11/02/2009

La deflación provocada por el endeudamiento reacciona sobre el propio endeudamiento. Cada dólar por pagar es un dólar de mayor valor, y si el sobreendeudamiento es suficientemente grande, la liquidación de las deudas no puede ir tan aprisa como la caída de los precios de los activos que las generó'. Así explicaba el economista Irving Fischer en 1933, sobre la paradoja de la Gran Depresión: la espiral de destrucción de valor, de caída de PIB y de deflación va más deprisa que la recomposición de los balances, con lo que a medida que avanza la crisis, la economía está más lejos del final, no más cerca.

Últimamente cunde la idea de que los mercados, o mejor dicho la economía en general, tienen que purgar los excesos cometidos durante una o dos décadas. Es tentadora. Y cierta; el sobreendeudamiento debe ser corregido, y la vuelta a la normalidad es dolorosa. Pero no a cualquier precio. Es decir, no es verdad que, cuanto más dolorosa sea la purga, mejor será el mundo posterior al crac de 2007 a 2009.

Obviamente, tratar de encontrar el punto necesario donde se purgan los excesos sin caer en una espiral de destrucción de valor es imposible. Pero, desde luego, el 'cuanto peor, mejor' es un error conceptual, quizá ligado a sentimientos de culpa o venganza y casi tan descabellado como pensar que la orgía financiera de 2005 a 2007 iba a crecer exponencialmente hasta el fin de los tiempos. Lo apunta Jonathan Wilmot, estratega de Credit Suisse: 'Que el sector bancario reduzca su apalancamiento reduciendo el valor de los activos sólo tiene éxito si hay un comprador de activos sensible al precio. De lo contrario, la renta y el PIB se contraerán más rápido que la deuda, de modo que el endeudamiento sobre el PIB crecerá'.

La capacidad del mercado de alimentar, de forma endógena, espirales al alza o la baja en los precios de los activos no es ninguna novedad. Como tampoco lo es la capacidad destructiva de una deflación prolongada en los precios de los activos. La destrucción creativa es inherente al ciclo económico, pero lo visto de octubre para acá es una destrucción muy destructiva.

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