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¿Normativa contable a la carta?

Nuño Rodrigo - 10/02/2009

El rumor que espoleó la recuperación de los mercados de Estados Unidos la tarde del jueves pasado no ha desaparecido del todo. Trataba sobre la posibilidad de que se flexibilicen las normas contables que obligan a valorar a precios de mercado los activos que están en el balance de los bancos. La vieja técnica del avestruz.

Se trata de una normativa procíclica, es decir, que en las vacas gordas beneficia a todos y en las vacas flacas vapulea sin piedad. La valoración a precio de mercado, llamada mark-to-market, es hoy uno de esos monstruos que el sistema financiero quiere conjurar con ayuda de las autoridades competentes -o viceversa- para salvar al mundo del caos. El que nadie cuestionase el mark to market cuando era una maravillosa fórmula de generar beneficios contables no es sino otra muestra de la fe que merece la rectitud de la condición humana cuando hay dinero de por medio. Establecer algunos mecanismos anticíclicos en la normativa de los bancos es una excelente idea, como puede bien explicar el Banco de España. Cambiar las normas de la partida cuando la ruleta empieza a girar en nuestra contra es una pésima idea. La alegría con la que el mercado acoge rumores sobre el final de la norma mark-to-market o la previsión de que el Tío Sam cargará con los activos de baja calidad hace pensar que no todo el balance de los bancos está purgado.

Además, las normas contables en EE UU permitían hace un año contabilizar el deterioro del valor de ciertos activos como temporal, categoría que deberán revisar en los próximos meses. Pero ceder a la presión y relajar los estándares contables en un momento como el actual quizá sea una mala solución. Supondría cambiar un sistema financiero en situación crítica por otro sistema financiero en una situación un poco menos crítica, pero opaco. Si tras 20 meses de crisis y mark-to-market los bancos esconden esqueletos, ¿qué se puede esperar cuando el valor contable de sus activos quede sujeto a criterios menos objetivables? Pero, como se ha visto desde Lehman, la destrucción de valor no viene tanto del deterioro de los activos como de la propia dinámica de mercado. No hay, hoy por hoy, solución buena.

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