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Columna
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Nuevo escenario del paro

La crisis inmobiliaria está arrastrando tras de sí al resto de sectores económicos. Su comportamiento es semejante a una metástasis del paro, exportando su mal a todo el tejido económico. Hyman Minsky lo describe perfectamente: 'la aparición de espirales de retroalimentación negativa en las que el endurecimiento de las condiciones de crédito agrava la ya crítica morosidad en el sector de la vivienda que, a su vez, agrava la crisis bancaria trasladándose posteriormente a la economía real, está teniendo repercusiones negativas sobre el mercado laboral'.

Así, es evidente que el año que acaba de terminar no ha sido un buen año desde los datos del paro. El número de desempleados registrados en las Oficinas de los Servicios Públicos de Empleo, al finalizar el mes de diciembre, se ha incrementado en 139.694 personas en relación con el mes anterior. En valores relativos, el aumento del paro es de un 4,67%. De esta forma el paro registrado se ha situado en 3,1 millones, lo que en términos interanuales, ha supuesto que el paro se ha incrementado en 999.000 personas (46,9%).

Por sectores económicos, el paro registrado presenta las siguientes variaciones respecto a noviembre de 2008: en agricultura baja en 916 (-0,91%); en industria sube en 27.725 (7,45%); en construcción se incrementa en 70.701 (13,60%); en servicios aumenta en 46.471 (2,69%). Por último, el colectivo Sin Empleo Anterior baja en 6.119 personas (-2,29%). De este modo, es el sector de la construcción el que viene a aglutinar más del 50% del aumento del paro en España.

En términos interanuales el paro por sectores aumenta en todos ellos: agricultura en 32.526 (0,9%), industria en 119.891 (42,8%), construcción en 306.683 (108%), servicios en 491.800 (38,3%) y Sin Empleo Anterior en 48.336 (22,7%).

Por otra parte, la crisis financiera y económica de 2008 ha derrumbado diversos mitos y esquemas teóricos tradicionales. El primero de ellos, y referido al sector inmobiliario, consistía en que el precio de la vivienda no iba a bajar nunca. Se consideraba que invertir en vivienda siempre sería un valor seguro. Pero la vivienda ha bajado su valor. La sociedad de prosperidad construida, en muy poco tiempo, en torno al ladrillo se ha derrumbado estrepitosamente. Ya hace tiempo que diversos expertos y medios de comunicación especializados argumentaban que aquellos países cuyo crecimiento económico y social se había basado en la vivienda como motor de desarrollo (Estados Unidos, Irlanda y España) pasarían por serios ajustes, como así ha sido. Aunque nadie se imaginaba el impacto de la crisis, ya que en los mercados financieros se consideraban sólidas y muy solventes determinadas empresas inmobiliarias, algunas de ellas españolas, pero, tal y como ha mostrado la realidad, muchas no han podido resistir el pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

En efecto en el caso particular de España, el cierre del ejercicio 2008 se ha saldado con la disminución en el sector de la construcción de 487.000 afiliados ocupados y con 110.000 dedicados en Actividades Inmobiliarias. Entre ambos sectores, conjuntamente suman una pérdida de cerca de 600.000 ocupados afiliados, lo que equivale al 75% del total de pérdidas de afiliados ocupados por la Seguridad Social.

Comunidades autónomas que en su día apostaron por un crecimiento exagerado de la construcción vienen pagando las consecuencias. La Región de Murcia (+76%) y la Comunidad Valenciana (+66%) aparecen como unas de las más castigadas por el paro en el año 2008. Se da la circunstancia que la provincia de Castellón (+115%) ostenta el récord de incremento de paro anual, entre todas las provincias de España

Por otro lado, el Estado, tan despreciado por su ineficacia tras la revolución de Thatcher y Reagan y los neoliberales, se ha convertido en el único pilar sólido de la economía y en el salvavidas del capitalismo. Es el retorno del papel protagonista y activo del Estado en la gestión económica tras décadas de desregulación y privatización. La mayoría de economías están impulsando grandes medidas y estímulos económicos, a través de planes de recuperación económica, como respuesta a la crisis económica internacional. Por ejemplo, en el caso de Estados Unidos su aportación es 2,5 veces la riqueza de España.

Además, existía la creencia generalizada de que todas las crisis económicas eran semejantes. Y que siempre pagaban la crisis los más jóvenes (menores de 25 años) y las mujeres. No se generaban conflictos sociales debido a que el paraguas protector lo ejercían las familias. Pero en esta ocasión no se cumple dicha ortodoxia. Así, el paro al cierre de 2008 está compuesto por cerca de un 90% por personas mayores de 25 años. Por si todo ello, fuera poco, y por primera vez, hay más paro entre los hombres que entre las mujeres.

Consideramos que no debemos tirar la toalla, porque todavía hay sectores de actividad que están contratando y puestos de trabajo que resultan difíciles de cubrir. Es el caso de Actividades Sanitarias (90.000), Educación (25.000) y Administración Pública (16.000) en los que no se está destruyendo ocupados afiliados a la Seguridad Social, sino todo lo contrario, se está creando empleo. Además, existen sectores como energías renovables (su necesidad se deriva de cumplimentar el protocolo de Kioto) y nuevas tecnologías (energía, transporte, infraestructura y empresas especializadas) con un potencial en términos de creación de empleo muy importante.

Por ello, todo no debe ser negativo y ciertas dosis de optimismo son necesarias para poder impulsar la salida de la crisis. Resulta imprescindible reorientar la economía hacía actividades más productivas para garantizar la prosperidad y el empleo. En definitiva, es necesario una distribución equitativa, pero también corresponsable, de los sacrificios y por descontado del esfuerzo de todos. Por ello, debemos confiar que la importante dotación económica aportada por el Gobierno de España, para el inicio de 2009, se traduzca en una gestión eficaz por parte de los Ayuntamientos con el fin de aumentar o mantener el empleo existente y la empleabilidad de los trabajadores.

Vicente Castelló Roselló. Profesor de la Universidad Jaume I de Castellón

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