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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un año exigente para el inversor

La crisis que atraviesa la economía global ha traído consecuencias para todos los mercados. El cierre del grifo del crédito y la fuerte desaceleración de todas las economías ha llevado tensiones a la deuda, a las divisas y a las materias primas, pero sobre todo ha provocado en 2008 las mayores pérdidas de la historia en la renta variable, con caídas en torno al 40% en las principales plazas bursátiles del mundo.

Ante este panorama, y con la gran incógnita de hasta dónde llegarán la gravedad y la duración de la recesión en las grandes economías, la Bolsa presenta en 2009 un escenario ideal para los más atrevidos. El excesivo endeudamiento acumulado y las compras apalancadas van a seguir pasando factura, y eso es tan indiscutible como que la evolución de los resultados empresariales va a ser determinante este ejercicio, en el que son previsibles caídas del beneficio por acción.

Los analistas consideran que los primeros meses del año van a estar marcados por el contagio de la debilidad económica a los países emergentes. La cuestión está en comprobar hasta dónde han descontado los mercados las malas noticias que llegarán este año o si, por el contrario, estas serán peores de lo esperado. Aun así, y aunque se decida optar porque lo peor ya haya pasado, el camino de la recuperación se adivina lento y doloroso, y eso si no aparecen otros factores negativos fuera del guión, como el caso Madoff.

No obstante, con el recorte de tipos de interés hasta el cero en EE UU y Japón, y su marcada tendencia a la baja en la zona euro, los activos líquidos y seguros en que se escudaban los gestores han perdido atractivo y hay una enorme cantidad de dinero atrincherado, pero preparado para volver a Bolsa. La Reserva Federal de EE UU ha calculado este volumen en unos 6,25 billones de euros.

La pregunta que se hacen los inversores es si ha llegado el momento de volver a adentrarse en la renta variable. Y el consenso de los analistas no ofrece duda: sí. En su opinión, las valoraciones están ajustadas y, en general, tienen seguro que los peores escenarios ya han sido descontados. Es más, en caso de que los 35 del Ibex cotizaran a sus precios objetivos medios, el selectivo debía estar en algo más de 11.500 puntos, es decir, subir más del 21%.

Este cálculo, sin embargo, no debe excluir la prudencia, recomendable siempre, pero mucho más en estos momentos. De hecho, quienes aconsejan volver a la renta variable reconocen que, si fallan, no sería la primera vez que el consenso se equivoca. Porque, aunque las valoraciones sean atractivas, persisten muchas dudas que pueden traer consecuencias imprevisibles.

La llegada de Barack Obama a la presidencia de EE UU, acompañada de la buena noticia de que la mayor economía del mundo no va a escatimar recursos para salir de la recesión más profunda en décadas, incluye un margen de confianza que los inversores esperan aprovechar. Sin embargo, también deben estar preparados para un año de comportamiento errático del mercado, con altibajos importantes hasta que el panorama económico comience a despejarse. Es decir, se abre un ejercicio con amplio margen para la sorpresa, y eso en los dos sentidos.

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