Rescate a la irlandesa
Los bancos irlandeses han recibido un colchón a corto plazo. Tras la dimisión del consejero delegado la pasada semana del Anglo Irish Bank por ocultar préstamos que recibió de su banco a título personal, el sector infracapitalizado necesitaba buenas noticias antes de que el mercado abriese ayer lunes. Y vinieron en forma de una inyección de 5.500 millones de euros, que no resuelven los problemas, pero son un principio.
Los dos líderes nacionales, Bank of Ireland (BoI) y Allied Irish Bank (AIB) recibirán cada uno 2.000 millones de euros por acciones preferentes con un cupón del 8% y unos términos favorables -podrán recomprar durante cinco años al precio de la emisión y a partir de entonces con una prima del 25%-. El Gobierno obtendrá el 25% de los derechos en el consejo. En comparación, los bancos ingleses pagaron un 12% en sus preferentes y el Gobierno británico tomó el 58% del Royal Bank of Scotland.
Anglo Irish tiene condiciones más rígidas por sus 1.500 millones. Pagará un 10% y el Estado se queda con el 75% de los derechos de voto. Pero han sido más temerarios en su crecimiento y en las prácticas dudosas reveladas la semana pasada. Sus acciones cayeron un 25% a primera hora de ayer.
La inyección eleva el Tier 1 de AIB y BoI a un 7,5%, no muy lejano al de sus colegas británicos, y sus política de préstamos deberá ser más conservadora en la ponderación de riesgo, lo cual debería significar requerimientos de capital más pequeños. Ambas entidades probablemente necesitarán más capital para afrontar los próximos años en los se esperan pérdidas. Los analistas pronostican al menos inyecciones de 10.000 millones.
El Gobierno irlandés dijo que los bancos no habían hecho lo suficiente -con 1.000 millones para AIB y BoI en reserva-. Quiere que inversores privados y públicos trabajen juntos, incluyendo los fondos de pensiones de los empleados públicos. Por su parte, AIB y BoI quieren que sus accionistas aporten dinero vía ampliación de capital, probablemente después del anuncio de los resultados anuales en marzo.
Las entidades irlandeses todavía no están a salvo de la post-burbuja inmobiliaria. Ni retornarán probablemente a sus días de gloria. Han caído un 90% en Bolsa desde mayo. Pero para entender el rally del 25% del lunes de AIB y BoI como reacción al rescate del Gobierno, todo apunta a que los inversores parecen pensar que escaparán sin mucho más daño. Por George Hay
Acuerdo descapotable
El Plan de rescate automovilístico de Bush parece una senda hacia la bancarrota hecha a la medida de General Motors y Chrysler. Diseñado para insuflar algo de aire a los dos fabricantes, el actual acuerdo impone duros objetivos a tres meses. Es posible que no estén a la altura y que se vean finalmente forzados a acogerse al Capítulo 11 (quiebra). Pero eso no es necesariamente malo, si emplean el tiempo en pactar con trabajadores, prestamistas y otros que puedan verse arrastrados por su bancarrota.El Gobierno pretende que los fabricantes reduzcan su deuda al menos dos tercios y que establezcan nuevos acuerdos con proveedores y comerciantes, entre otras cosas. El próximo 31 de marzo, también ellos deben demostrar su viabilidad, que se entiende por tener un valor neto positivo. Para ello, las empresas están adquiriendo deuda a un interés del 3% sobre el líbor.Si los fabricantes no están a la altura, tendrán que pagar la deuda de nuevo. Dado que hay pocas posibilidades de obtener fondos, el Gobierno podrá forzarlos a la quiebra. En ese caso, los préstamos estatales pasarán a formar parte del comité de acreedores no garantizados.GM y Chrysler no van a poder superar algunos obstáculos, como las leyes estatales que protegen a los concesionarios de automóviles. Pero podría adelantar los pactos con proveedores, trabajadores y acreedores.El 31 de marzo, con todas las ofertas y planes de reestructuración en la mano, la quiebra se presentará mucho menos ominosa. Podría tomar la forma de un acuerdo precocinado, con un plan flexible reconocido por los tribunales, que reduciría al mínimo el tiempo invertido en esta quiebra y mitigaría el riesgo de los compradores.Por supuesto, los fabricantes pueden apostar por que Barack Obama flexibilice las condiciones de préstamo, dado su respaldo coordinado a la mano de obra. Obama debe dejar claro que la fuerza de voluntad de las empresas en quiebra es su mejor baza para sobrevivir, para la que deben prepararse. Por Dwight Cass