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Columna
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Los avatares de la libra esterlina

La libra no va a dejar de caer. Desde el viernes por la mañana, la moneda del Reino Unido decreció un 5% frente al euro, en una sola semana, y el 17% desde mediados de octubre. El descenso está del todo justificado.

Los operadores de divisas tienen una corta visión y cargan con una larga lista de preocupaciones. Y justo ahora la libra goza de mala salud.

¿Necesita el Reino Unido crédito extranjero? Así es, ponga una cruz. Su balanza de pagos presenta un déficit ejecutado del 3% del PIB. Los rendimientos son bajos, lo que resta atractivo a la deuda pública. Esa es otra señal. La ya de por sí baja política de tipos de interés al 2%, en dirección al cero.

Las preocupaciones por el conjunto del sistema financiero merecen también una cruz. Los bancos británicos extienden sus balances durante el boom con una falta de atención típica de países en vías de desarrollo. Ese desorden podría acabar en una nacionalización global, con los riesgos aparejados al control estatal.

Dos cruces ahora. Los operadores de divisas no quieren Gobiernos con grandes déficits, pues suelen acabar en inflación. El Gobierno de Reino Unido ya está planeando pedir prestado por valor de un impresionante 8% del PIB y es posible pedir prestado mucho más.

Ahora, la única bonificación para la libra esterlina es la inflación, cuando está cayendo en Reino Unido y en todas partes. Pero no será la última, ya que la debilidad de la libra aumenta el precio de las importaciones, lo que equivale al 33% del PIB.

Tras la fulminante venta de libras esterlinas, es posible un breve rebote. En el largo plazo, la principal esperanza para los optimistas -sí, todavía hay unos pocos-, es que una moneda barata estimula las exportaciones. Antes incluso, alemanes y chinos pueden sentirse tentados por los productos más baratos del Reino Unido, que debería producirlos. No será fácil. No importa cuánto caiga la libra. El Reino Unido se ha alejado de la fabricación más que ningún otro país rico. Aunque ahora se hayan recortado sus capacidades intelectuales y físicas para beneficiarse de la ventaja de precios que conlleva la caída de la libra esterlina.

Antes de que la libra comience a ganar, al Reino Unido le queda mucho por padecer. Por Edward Hadas

Tipos peligrosos

La espectacular reducción de los tipos de interés a corto plazo en EE UU parece buena noticia para los prestatarios. Después de todo, deben poder conseguir deuda más barata. Pero hay riesgo de trastocar el negocio de los fondos monetarios, que son un importante conducto para canalizar cerca de 4 billones de dólares hacia los prestatarios.El mercado de fondos de dinero invierte en papel comercial, bonos del Tesoro y otra deuda de alta calidad en los que los tipos de interés han estado cayendo. La horquilla de la Reserva Federal de 0% al 0,25% pondrá los tipos incluso más bajos. Esto significa que los fondos monetarios están cerca del punto en el que no ganan bastante para cubrir sus gastos. Y sus clientes tienen altos rendimientos alternativos, como los certificados de banca y depósito, que pueden ofrecer mejores tipos de interés.Hay ya signos de que los inversores están retirando fondos de los mercados monetarios. Sacaron alrededor de 16.000 millones de dólares la semana que acabó el día 16 de diciembre, según Imoneynet. Varios fondos han anunciado que ya no están aceptando nuevas inversiones.En Japón, la otra gran economía que ha experimentado con una política de tipos de interés cero (ZIRP), la cuenta de préstamos sin colateral se hundió en más de la mitad a consecuencia de la introducción del ZIRP. Los dos casos son sólo indirectamente comparables, sin embargo. Las autoridades japonesas se resistieron mucho a comprar directamente papel comercial, mientras EE UU ha estado comprando con entusiasmo. Esto sustenta, hasta cierto punto, el mercado de papel comercial en EE UU.No obstante, un trasvase de dinero desde los fondos monetarios a los depósitos bancarios puede causar problemas para los prestatarios. Los emisores de papel comercial que han se han apoyado en estos fondos monetarios para financiarse se verán forzados a acudir a los bancos, que debido a su debilitadas bases de capital pueden no estar dispuestos a asumir la demanda de crédito.Es un poco como desindustrialización. Cuando las factorías cierran, les cuesta reabrir. Cuanto más tiempo pase, más difícil es, igual que sucede a aquellos buenos trabajadores que demoran su búsqueda de empleo. Algo similar puede suceder con los préstamos. Los tipos ultrabajos podrían paradójicamente causar una crisis de crédito y alargarla en el tiempo. Por Robert Cyran

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