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Grecia

El deterioro de la economía subleva a los griegos

Es uno de los países con más paro, inflación y déficit público de la UE.

Salarios bajos, precios altos, una elevada tasa de desempleo juvenil y un déficit público crónico. Ese cocktail explosivo, que lleva enquistado varios años en la economía griega, ha acabado por estallar con la muerte de Alexandros Grigoropulos, un joven de 15 años que fue tiroteado por un policía en una manifestación celebrada el pasado sábado en Atenas.

Un portavoz de la embajada de Grecia en España acota los incidentes a un grupo minoritario y apunta al plan gubernamental de rescate a la banca, con una inversión de 28.000 millones de euros, como uno de los principales factores que puede haber sublevado a los manifestantes. Los incidentes continuaron ayer, cuando estaba convocada una huelga general, y la Confederación de Comercio cifró en 200 millones las pérdidas por los daños registrados sólo en Atenas. Bajo el descontento social se vislumbra una economía que ha crecido a tasas cercanas al 4% en los últimos años, pero que no ha sido capaz de frenar la escalada de precios, que mantienen un diferencial de un punto con la zona euro, ni de corregir el abultado déficit público, por encima del 3% en los últimos ocho años. Un informe de la Oficina Comercial de España en Atenas señala las dificultades de Grecia para contener la inflación por la fuerte dependencia de la evolución del precio del petróleo. A ello se han unido también las fuertes subidas de precios tras los Juegos Olímpicos de 2004 y el encarecimiento que experimentaron algunos productos tras la subida de impuestos indirectos, en especial el IVA del tabaco y las bebidas alcohólicas, aprobada en 2005.

Pero el problema más grave es el desempleo. Desde que alcanzó máximos en 1999 (un 12,3% de la población activa) se ha moderado hasta alcanzar el 7,5% en el tercer trimestre de 2008. Ese descenso no se ha producido en la tasa de paro juvenil (el 21,4%), la segunda mayor de la UE, sólo superada por España. Los elevados costes laborales han provocado además un proceso de deslocalización industrial hacia los países del Este europeo, por lo que las expectativas no son nada halagüeñas.

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