¡Que vienen los rusos…! ¡Que vengan!
El Gobierno, la oposición y sus adláteres ya pueden empezar de nuevo a rasgarse las vestiduras, tal como hicieron hace una semana cuando el viceprimer ministro ruso Alexander Zhukov soltó su bomba en Madrid: “La petrolera pública Gazprom quiere entrar en Repsol”, vino a decir. Resulta que más bien es Lukoil, también rusa, pero privada, la que negocia entrar en la petrolera española. Pero, ¿alguien cree que Zhukov, simplemente, se equivocó de nombre?
Y, sobre todo, ¿a qué viene ese miedo pánico a los rusos? Si algo tiene Lukoil –como Gazprom– son reservas de hidrocarburos. ¿Y qué le falta a Repsol? Eso; lo que les sobra a las energéticas rusas. Hasta el punto de que se la conoce como la petrolera sin petróleo.
¿Cómo está España de independencia energética? La última de la fila. Depende del exterior en un 80%, casi el doble de la media de la Unión Europea. Es el país desarrollado más dependiente desde el punto de vista energético.
¿Quiénes son los actuales suministradores energéticos de España? En su apabullante mayoría, empresas que pertenecen a otros Estados, muchos de los cuales ofrecen, como mínimo, tantas dudas como las que pueda ofrecer Rusia en cuanto a seguridad jurídica.
Lukoil, u otra empresa de sus características, puede abrir de par en par a Repsol las puertas de enormes reservas de hidrocarburos, darle una gran potencia en el campo del gas, asegurar el abastecimiento y, si las cosas se hacen como se debe, transformar en más competitiva la industria española y mejorar el bienestar de los ciudadanos al presionar a la baja los precios de la energía.
Contra estos argumentos habrá quien oponga muchísimos. También es elemental adivinar cuántos intereses se verán afectados negativamente con la repentina llegada de un actor así al sector energético español. Pero mientras atendemos las explicaciones en su contra, Gazprom y Lukoil seguirán haciendo importantes negocios con las grandes empresas energéticas de nuestros socios europeos.
Si nuestras autoridades quieren mirar por encima del cortoplacismo, están obligadas por lo menos a considerar si Lukoil es un socio bueno para Repsol. O, como poco, a poner en práctica lo que dicen: “Son empresas privadas”. Es decir, a dejarlas actuar como tales. Y todo ello sin caer en ingenuidades del tipo sector-estratégico-en-manos-de-otro-Estado. ¿O es que los actuales proveedores de gas o petróleo a España no son de otros Estados?
Por cierto, si el problema está en quién manda y cómo, pues se pone a unos buenos abogados a trabajar, que en España los hay de los mejores, y se firman unos contratos en condiciones. Porque Lukoil, no hay que olvidarlo, está muy interesada en abrir mercados y no pondrá demasiadas dificultades a ceder parcelas de poder…