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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Recesión en las grandes economías

El mundo desarrollado ya está en recesión, según afirma la OCDE. Las economías de Estados Unidos, de Japón y la UE han decrecido en el tercer trimestre, repetirán su evolución negativa en el cuarto y, como mínimo, en el primero de 2009. Habrá que esperar al segundo semestre para que se produzca la inflexión. Son pronósticos duros, pero realistas, similares a los que tiene el FMI. Acorde con tales datos, Alemania, la primera economía de la UE y primer exportador del mundo, confirmó ayer que está en recesión, tras un segundo y tercer trimestre en negativo.

En sólo un año se ha pasado de la crisis de la subprime a la de liquidez, después al tsunami financiero y ahora le llega el turno a la economía real. La sucesión ha sido fulminante y ha cogido por sorpresa a Gobiernos, autoridades monetarias y, en definitiva, al conjunto de la sociedad. Los bancos centrales tardaron en reaccionar, pero lo hicieron de forma contundente cuando la gravedad de las quiebras de algunas entidades financieras amenazó con un crac sistémico a nivel planetario. Igual pasó con los Gobiernos, especialmente los europeos, que supieron coordinar un plan para frenar la hecatombe financiera.

Pero ahora el daño ha llegado a las empresas y las familias. El parón crediticio ha agudizado la atonía del consumo y la inversión. La magnitud de la crisis aconseja que los Gobiernos comunitarios vuelvan a actuar y coordinadamente. El objetivo es frenar la desaparición de empresas y el consiguiente aumento del desempleo que someterá a muchos europeos a situaciones límite. Y la herramienta es el margen fiscal de los Gobiernos que debe ser utilizado hasta donde sea necesario. Si hubo acuerdo para coordinar medidas en ayuda del sector financiero, debe haberlo para el resto de la economía. El plan debe garantizar que el crédito vuelva a concederse con normalidad. Será la única forma de reactivar la inversión y el consumo. Pero previamente hay que devolver la confianza a unos y otros. Al menos, juega a favor la rebaja del precio del crudo.

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