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Tribuna
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Las TIC como medio y no como fin

La contribución de la innovación a través de las tecnologías de la información y de la comunicación al crecimiento económico y a la creación de empleo es una evidencia reconocida por todos los agentes políticos, económicos y sociales de forma universal.

La respuesta que se ha dado desde Europa para adoptar este nuevo modelo de crecimiento quedó recogida en el año 2000 en la denominada Agenda de Lisboa, que definió una estrategia común para lograr que, en 2010, el 3% del PIB de la UE se destinase a actividades de I+D.

En este contexto, los Gobiernos y las Administraciones públicas pretenden (y deben) adoptar el liderazgo de esta transformación social y económica, en coordinación con los principales agentes tecnológicos del sector privado. España no permanece ajena a estas iniciativas y, consciente de su sensible retraso en materia de innovación y nuevas tecnologías respecto a sus vecinos europeos, está desarrollando políticas activas para lograr una convergencia con los niveles de productividad de la UE.

Una de las iniciativas más interesantes que se ha desarrollado ha sido (y sigue siendo) el Programa de Ciudades Digitales. Iniciado en 2003, a través de convenios de colaboración entre el Gobierno central y los autonómicos, se propuso un conjunto de ciudades donde se han puesto en marcha numerosas actuaciones para la transformación integral de los municipios a través de las TIC. Actualmente este programa ha sido renovado e integrado en el Plan Avanza.

El Programa de Ciudades Digitales se puede considerar como el paradigma de un modelo de actuación integral en el que se desarrollan iniciativas para ciudadanos, empresas y servicios de la Administración pública, todo ello bajo el liderazgo coordinado de los gobiernos locales, autonómicos y central. La primera convocatoria, iniciada en 2003, ha concluido en 2007 con actuaciones en más de 40 municipios y ahora es un buen momento para comenzar a analizar sus resultados. En este sentido, la Comisión de Ciudades Digitales de Autelsi (Asociación de Usuarios de Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información) presentó el pasado 17 de julio, en el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio, el informe Ciudades Digitales: Guía de Buenas Prácticas donde se analiza y compara el nivel de desarrollo alcanzado por las ciudades del programa con el de una ciudad ideal, tecnológicamente perfecta. El principal resultado nos revela que las ciudades del programa se encuentran (con datos de 2006), de media, en un nivel de desarrollo del 25% respecto a la ciudad ideal. Este dato debe interpretarse con la debida cautela en la medida en que la referencia de comparación se ha definido de una forma muy ambiciosa. Se puede concluir que una cuarta parte de la población de estas ciudades utiliza las TIC de forma intensiva y cotidiana en diferentes aspectos de la vida.

Pero el resultado más interesante del estudio, y que puede ser extrapolable a cualquier otra iniciativa relacionada con el impulso de las TIC, concluye que las condiciones sociales, económicas y demográficas de una ciudad son las que determinan y condicionan el nivel de desarrollo TIC obtenido, con independencia del nivel de inversión ejecutado. El informe demuestra, cuantitativamente, que las ciudades con menor nivel de desarrollo económico, social y demográfico son a su vez las que obtienen menores niveles de desarrollo TIC y viceversa. Esta conclusión debe estar siempre presente a la hora de gestionar las inversiones en TIC y en innovación. Los datos recogidos en el informe pueden servir como referente estratégico para acompasar la implantación de las TIC a la realidad socioeconómica que se pretende mejorar, y nunca al revés. Si bien, una buena adecuación entre las actuaciones en TIC y esta realidad socioeconómica no es garantía de éxito, pero una inadecuación de éstas sí que es garantía de fracaso.

El fin último debe ser siempre la mejora de los servicios, pero sólo cuando se haya alcanzado una base tecnológica y un nivel de conocimiento suficiente para desarrollarlos. Para ello es imprescindible pensar en servicios y no en tecnología. Así, a la hora de abordar un proyecto de innovación a través de TIC resulta necesario, primero, un diagnóstico de los servicios que permita determinar qué elementos de ineficiencia existen; segundo, definir unos objetivos claros de los aspectos a mejorar y, por último, hacer un estudio para concretar el punto de partida tecnológico existente y qué tecnologías pueden ayudar a mejorar estas deficiencias. En otras palabras, los responsables políticos y de la Administración no deberían preguntarse '¿qué puedo hacer con las nuevas tecnologías?' sino '¿qué servicios tengo que mejorar?'. Esta idea debe estar siempre presente a la hora de gestionar la implantación de las TIC, para evitar caer en el frecuente error de situar a las TIC como fin, y no como medio.

Pedro Montarelo Jimeno. Presidente de la Comisión de Ciudades Digitales de Autelsi

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