Muñidor de Acuerdos
Esta mañana he recibido una impacto emocional al oír por la radio que José María Cuevas había fallecido. Es ley de vida, pero en este caso lo repentino y la madura juventud de José María hacen que nos impresione la noticia.
Yo conocí a José María cuando trabajaba con Martín Villa en el Sindicato Nacional del Papel, allá por el año 62 y ya desde entonces, admiré su equilibrio vital y su laboriosidad. Esas dos virtudes han sido quizá, sus palancas del éxito como presidente de la CEOE durante tantos años. Mi entrañable amigo, también desaparecido, Enrique de Aldama, que trabajó como vicepresidente con José María, siempre me decía que era un sólido seguro para la defensa de los intereses de los empresarios, sin estridencias pero con contumacia y tenía toda la razón, pues con ese aire un poco socarrón que tenía, no se le escapaba ni una.
Cuando tuve la responsabilidad en 1978, como Director General del Instituto de Estudios Sociales, de elaborar el Proyecto técnico del Estatuto de los Trabajadores, tuve múltiples intercambios de puntos de vista con Cuevas, como también con responsables sindicales y siempre que las sugerencias que desde la CEOE nos hacían y que entendíamos que no procedía su inclusión en el Proyecto de Ley, sobre todo por razones posibilistas, siempre también había comprensión razonable. El tema del despido -su coste- que ha sido un leitmotiv permanente de las reivindicaciones empresariales, se enfocó con bastante realismo en el Estatuto de los Trabajadores de 1980, pues se eliminaron trabas, se moldeó la figura del despido objetivo y se rebajó la indemnización de 60 días por año a 45 y de un total de 60 mensualidades, como máximo, a 42. A lo largo de los años se fueron logrando, por Acuerdos impulsados por la CEOE o por intensa reivindicación de la misma, nuevos hitos de flexibilidad en la extinción de los contratos de trabajo tanto a nivel disciplinario como objetivo. Las reformas de 1994 y 1997 son un buen ejemplo.
Ahora José María no verá las nuevas batallas que seguirán dándose en este tema, aunque me gustaría recordar como le recordaba a él, que es un error defender el despido libre, porque libre ya lo es. Puedo despedir a quién desee sin que deba readmitirlo, salvo que el despido sea nulo, o sea que libre es; lo que pasa que es muy caro. El más caro de Europa. De ahí que las reformas del despido deban ser por otros caminos que el de la libertad de despido.
Pero lo que realmente hace importante la figura de José María Cuevas es su enorme contribución a la paz social en toda la transición. España, que tan negros nubarrones sociales tenía tras la muerte de Franco, tomó un ritmo modélico en cuanto a la firma de Acuerdos Globales como fueron el AI, el AMI, el ANE, etc. Gracias a tales Acuerdos, las relaciones laborales en España han estado dotadas de una estabilidad envidiable y en ello José María Cuevas ha tenido un protagonismo principal.
Juan Antonio Sagardoy. Catedrático de Derecho del Trabajo