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Columna
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Castigo a los bancos franceses

Los bancos franceses y el Gobierno galo no han explicado bien la parte de la recapitalización del vasto paquete de rescate europeo. Los mercados castigaron esta semana las acciones de Crédit Agricole y BNP Paribas cuando empezaron a correr los rumores de que los bancos podrían aplicar parte de los 40.000 millones de euros que el Gobierno ha apartado para aumentar sus balances. El Gobierno necesita explicar los detalles para reducir la incertidumbre.

Agricole y BNP se apresuraron a asegurar a los mercados que no necesitarían el dinero -contrariamente a lo que Christine Lagarde, la ministra de Finanzas, dio a entender-. Luego François Fillon, el primer ministro, dijo que estaba seguro de que los bancos franceses usarían las facilidades de recapitalización, porque 'las inyecciones de capital estatal para apoyar a los bancos en problemas han alterado la competencia' en la UE.

Los tres grandes bancos cotizados -BNP Paribas, Société Générale y Crédit Agricole- dicen que tienen suficiente capital. Su Tier 1 se sostiene en torno al 8%, con el core Tier 1 en el entorno del 6%. SocGen y Agricole protagonizaron las mayores ampliaciones de capital este año tras haber sido golpeados por el fraude o las subprime.

Son comprensiblemente cautelosos a la hora de pedir más a los accionistas. Además, los bancos franceses no están expuestos al mismo tipo de riesgos -particularmente inmobiliarios y activos tóxicos- que sus competidores británicos, y sus balances son más fuertes que los de los bancos alemanes. Su modelo de banca al por menor es robusto, y BNP podría decirse que ha emergido de la crisis como el banco más fuerte de la Europa continental. Finalmente, los tres quieren mantener el Gobierno a distancia.

Pero parte de la razón de que no expliquen cómo tomarán el dinero del Estado es que los detalles del plan del Gobierno francés están confusos. No han especificado el cupón en las acciones preferentes, por ejemplo, o si intentarían imponer una política de no dividendo en los bancos en los que inviertan, como sí han hecho EE UU y Reino Unido.

Los bancos franceses pueden eventualmente tener que tomar el dinero para ponerse al día con la competencia, como dice Fillon. Pero si no lo hacen, deberían poder tomar una decisión bien informada -aunque sólo sea porque es algo que podría volver a rondarles-. Por Pierre Briançon

El gran salto hacia atrás

China ha moderado el apetito, golpeando con ello el auge de la demanda de productos básicos. Rio Tinto, el grupo minero angloaustraliano, ha anunciado que el mayor consumidor de acero, carbón, aluminio, cobre y mineral de hierro había empezado a mostrar signos de desaceleración. La cotización de Rio, y la de su rival BHP Billiton, ha caído casi un 10%, aniquilando 10.000 millones de libras su valor de mercado.Los grupos mineros como Rio y BHP han apostado a lo grande por China. El gigante asiático representa más del 40% del crecimiento mundial de la demanda de los principales productos básicos, en estimaciones de Deutsche Bank. Pero la minera insiste en que la tendencia a largo plazo es de total confianza. Y se apoya en que China seguirá empujando al alza los precios por sus necesidades de alimentar su rápida industrialización con minerales como el hierro.Pero en el corto y medio plazo -los que más afectan al precio de las acciones- China depende de las exportaciones estadounidenses, lo que deja a Europa en una situación más vulnerable frente a una desaceleración mundial de la demanda.Mientras que esa rebaja no resulte un shock, la desaceleración será más larga y profunda de lo que los analistas esperaban. Ya ha empezado a golpear a los precios de los productos. El mineral de hierro ha caído un 30% desde máximos, y el cobre un 20%.Los efectos que están padeciendo las empresas mineras probablemente no se deban a la ralentización mundial. Habida cuenta del desfase de aproximadamente seis meses entre el recorte del precio de los productos básicos y los estímulos económicos, lo que Rio Tinto está sufriendo es la desaceleración de China, como resultado de las decisiones de su Gobierno de enfriar la economía restinguiendo el crédito. Quizá el contagio futuro ya está en marcha si de verdad caen las exportaciones.El relajamiento del crédito interior en China afecta a ese equilibro. Sin embargo, las estimaciones de crecimiento chino, entre el 9% y el 10% para el próximo año, son demasiado optimistas. Dada la probabilidad de recesión mundial, lo lógico sería comprar una tasa del 8% o inferior. Standard Chartered espera un 7,9% para 2009 y un 7,1% para 2001. En el largo plazo, el crecimiento de China será lo suficientemente rápido como para mantener los precios, pero el camino hasta entonces será más largo y menos rentable de lo que los productores esperaban. Por John Foley

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