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Columna
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Una melodía inacabada

José Carlos Díez

Si se pudiese calcular el pasivo de la economía mundial el capital sería inferior al 20% y bastante menos de la mitad cotiza en Bolsa, el resto es deuda y crédito. Esto es una crisis de crédito pero la clase política ha estado eludiendo su responsabilidad hasta que las Bolsas se han desplomado. El crac ha servido para que la sociedad sea consciente de la gravedad de la crisis financiera y sólo así los políticos han podido implementar planes de salvamento del sistema bancario.

Tras varios meses de cacofonías, esta semana el discurso de las grandes potencias se ha oído como una orquesta de cámara. Los Gobiernos han dicho al unísono no vamos a dejar caer a nuestro sistema bancario y, lo que es más importante, se han tomado medidas concretas. Reino Unido ha sido el primero en anunciar un plan de recapitalización de sus principales entidades y está dispuesto a asegurar los depósitos interbancarios, con el fin de restaurar la normalidad en los mercados monetarios.

El viernes, el Gobierno de EE UU anunció que utilizará el fondo de 700.000 millones de dólares para comprar acciones de los bancos 'tan pronto como pueda'. Los inversores reaccionaron y el índice Dow Jones subió casi un 5% en menos de media hora y cerró próximo al cierre del jueves. Además, el Gobierno reconoce su error y anticipó que las entidades financieras con exposición a Lehman Brothers no tendrán que asumir las pérdidas.

Comunicado unánime del G-7, reunión de los jefes de Estado y de Gobierno de la eurozona, reunión del G-20, que incluye a Brasil, China e India. Toda la artillería de coordinación económica en un fin de semana. Los países han afirmado que los planes de salvamento serán locales pero coordinados.

Todo apunta a que podemos asistir a un fuerte rebote de las Bolsas esta semana. Esperemos que los políticos no relajen su actividad y minoren los esfuerzos de recapitalización de los bancos. El problema es el mercado de crédito y si no se resuelve, la próxima vez que el miedo se contagie a las Bolsas, el desplome será mucho más brutal que el de la última semana.

Ahora queda restaurar la confianza en el interbancario, lo cual no será fácil. Un préstamo interbancario es un activo ilíquido y está en desventaja por ejemplo con un pagaré del mismo banco, ya que este último es descontable en el BCE. Además de asegurar los depósitos con un aval público, como proponen los ingleses, el Banco de España diseñó lo que se denominó los depósitos interbancarios transferibles, que simulan a un pagaré. Sería una buena idea utilizarlos ahora, permitir su descuento en el BCE y ayudar a reducir la prima de riesgo del euríbor. En ausencia de esa prima el euríbor a un año debería cotizar próximo al 3% y eso sí reactivaría el crédito y ayudaría a poner un suelo rápido a la deflación de activos y a la recesión, especialmente en España.

El mercado de pagarés está cerrado por liquidación. Los fondos de inversión compraban un tercio del saldo de pagarés bancarios en España y los reembolsos de las últimas semanas han obligado a los gestores a protegerse en deuda pública y no renovar la financiación bancaria. Por suerte el BCE ha anunciado barra libre de liquidez hasta enero, pero sería deseable que poco a poco comencemos a reconstruir los mercados monetarios y de capitales, que han quedado arrasados por el Pearl Harbour financiero del último mes.

Por lo tanto, lo visto este fin de semana ha sido un pequeño paso para la economía mundial pero un gran paso para nuestra clase política. Mi mayor preocupación en los últimos meses era la inacción política y ahora estoy más tranquilo. El petróleo a 70 dólares el barril, el euro a 1,34 y el BCE bajando tipos también me dejan más tranquilo. A principios de año pasé mi fondo de pensiones de 100% en renta variable europea al 30% en Bolsa y el 70% en deuda pública. El viernes cambié de nuevo el 100% a renta variable, 50% en Bolsa americana y 50% en Bolsa europea. Por supuesto que las Bolsas aún pueden caer más en los próximos meses, pero a estos precios tengo pocas dudas de que la inversión tendrá valor cuando me jubile.

José C. Díez. Economista jefe de Intermoney

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