La Bolsa vuelve al abismo
Los mercados vivieron ayer otra jornada de pánico vendedor, provocada por el desplome del sector financiero, por un lado, y de las materias primas, por el otro. Lo primero pone de manifiesto que la crisis de crédito está lejos de terminar. Lo segundo refleja que las turbulencias bancarias han alcanzado a la economía real. El Ibex 35 retrocedió un 6,06%, en tanto que el Euro Stoxx 50 cedió un 7,75%.
Las medidas políticas no convencen al mercado. Las Bolsas se desplomaron ayer en una nueva jornada de desconfianza extrema. Los inversores acusaron la falta de acuerdo entre los principales Gobiernos de la Unión Europea el fin de semana para poner un remedio común a la crisis y vendieron acciones masivamente.
El Euro Stoxx 50 sufrió una caída del 7,75%, la segunda mayor de su historia; el Cac parisino se dejó un 9,04%; el Dax de Fráncfort, un 7,07%; el Footsie de Londres, un 7,85% y el S&P/Mib de Milán, un 8,24%. Wall Street abrió también fuertemente a la baja. Por un momento, se llegó a vislumbrar una debacle similar a la del lunes pasado, pero la última hora de sesión fue fuertemente alcista y dejó las pérdidas por debajo de las europeas. El S&P 500 cedió un 3,85%, un 4,34% el Nasdaq y un 3,58% el Dow Jones, que cotizó ayer por debajo de los 10.000 puntos por primera vez en cuatro años. En España, el Ibex 35 cerró con un retroceso del 6,06%, la segunda mayor de su historia, tras el desplome del 7,54%, del 21 de enero.
El índice español cerró a la altura de los 10.726 puntos, con fuertes caídas de los principales valores: Telefónica cedió un 5,59%, Santander, un 6,07%, BBVA, un 5,2% e Iberdrola, un 7,62%. Los mayores descensos del índice, sin embargo, las sufrieron Gamesa (-14,41%), Abengoa (-11,19%) y Acciona (-10,68%).
El Ibex perdió ayer un 6,06%, la segunda mayor caída de su historia
A pesar de lo abultado de los números rojos, el volumen negociado no fue excesivo: se intercambiaron acciones por valor de 4.727 millones de euros, por debajo del promedio del año. La búsqueda de refugios disparó la deuda. El bono español a 10 años se apreció un 3,7% y el rendimiento cayó hasta el 4,308%.
Los inversores han digerido mal el resultado de la cumbre del G-4 (Reino Unido, Alemania, Francia e Italia) este fin de semana, que se ha saldado sin un compromiso para afrontar de manera común el rescate de entidades financieras con problemas. Ni siquiera la declaración conjunta de Los Veintisiete ayer, asegurando que los europeos no perderán ni un céntimo de sus ahorros sirvió para frenar las caídas.
En las últimas horas, además, otras noticias han generado inquietud: Alemania ha anunciado que garantizará todos los depósitos de la banca, como han hecho Irlanda y Grecia, y ha anunciado una inyección de 50.000 millones de euros en Hypo Real Estate. BNP Paribas se ha hecho con el control de Fortis en Bélgica y Luxemburgo. El saldo de caídas demuestra que la confianza en el plan de rescate estadounidense, aprobado el viernes, es limitada. El mercado aprueba el plan, pero lo ve insuficiente para evitar una recesión cada vez más probable.
La Reserva Federal se esforzaba ayer por devolver la confianza al mercado y anunció nuevas medidas para combatir la liquidez en el mercado de crédito. La Fed anunció que aumentará el tamaño de las subastas de liquidez y se ofreció a pagar los intereses de las reservas que las entidades tienen depositadas en el banco central estadounidense. A pesar de todo, los índices interbancarios seguían cotizando ayer en zona de máximos.
El desplome bursátil de ayer tuvo un componente de preocupación adicional, porque la mayor caída en Europa no la sufrió el sector bancario (-8,85%) o el de servicios financieros (-9,79%), sino el de materiales básicos, que cedió un 13,66%. Las compañías mineras cayeron con fuerza a raíz del desplome de las materias primas; el precio del petróleo Brent, de referencia en Europa, llegó a cotizar ligeramente por encima de los 85 dólares, lo que supone un retroceso superior al 40% desde los máximos de mediados de julio. Esta caída refleja el temor en los mercados a que la crisis financiera se contagie a la economía real. Irlanda, por ejemplo, ya ha entrado en recesión técnica, tras sufrir dos trimestres consecutivos de caída del producto interior bruto.
El descenso de las materias primas afectó directamente a los mercados emergentes, exportadores netos. El índice Bovespa brasileño perdió un 5,4% de su valor, en una clara huida de los inversores de los activos de riesgo. Muchos estrategas temen que el próximo foco de inestabilidad estalle precisamente en los países en desarrollo.