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Empleo y directivos

La caída al vacío de (algunos) genios

Eran admirados, pero la quiebra del modelo de la banca de inversión les ha puesto en entredicho. Sin embargo, no todos son iguales.

Eran calificados de prepotentes, nadie tosía a los chicos de Lehman Brothers. Eran la viva imagen del éxito, del prestigio profesional. Algunos incluso, en el momento de la derrota, se resistieron a que nadie pudiera ver el rostro del profesional caído, y mostraron su sonrisa más generosa cuando les llegó la hora del despido y tuvieron que empaquetar sus pertenencias de la noche a la mañana para dejar el banco, que habían llevado a la quiebra. 'Han caído los dioses de la banca de inversión, pero no hay que lamentarlo porque se cierra una etapa, la banca agresiva americana ha pasado a mejor vida, ya es historia, por fortuna para todos. La verdad es que tenía que pasar, aunque ha tardado más de la cuenta', afirma un profesional de la banca de inversión español, que prefiere no desvelar su identidad ni la entidad para la que trabaja.

Advierte que la banca de inversión no va a desaparecer porque es fundamental para la economía. 'Supone un gran desprestigio para el colectivo pero no tiene nada que ver lo que hacemos los profesionales que nos dedicamos a la banca pura, los que asesoramos a empresas. Además los americanos ganaban mucho dinero, cinco veces más de lo que ganamos nosotros', señala este banquero. Los profesionales de la banca de inversión consultados por este periódico insisten en que hay dos tipos de perfiles y de actividades. Una, la que está más centrada en los mercados de capitales, la que practicaba principalmente Lehman Brothers, y la que se centra en asesoría de operaciones corporativas. Precisamente este tipo de asesoramiento es el que cobra mayor vigor en época de crisis económicas. 'Es una actividad más necesaria en entornos difíciles porque es cuando se requiere el apoyo de especialistas, lo que no justifica que determinadas prácticas que se han llevado a cabo en Estados Unidos sean criticables. Es una profesión que se ha sofisticado mucho', afirma Luis Sancho, director general de banca corporativa en España de BNP Paribas, especializado en el área de fusiones y adquisiciones.

Lo cierto es que la banca de inversión siempre ha sido un lugar elitista para trabajar. 'Es el mejor sitio, no conozco otro mejor', dice con auténtica devoción Sancho. De la misma opinión es Jorge Ramos, con cargo de vicepresidente en el área de banca corporativa de Citi, 'es una actividad apasionante porque no es nada monótona'.

Ambos reconocen que los últimos acontecimientos ocurridos en Estados Unidos, han sido dolorosos, pero que afortunadamente la banca que ellos desarrollan ha salido reforzada. 'No se nos puede meter a todos en el mismo saco', matiza Ramos. Una vez más se ha puesto de manifiesto, explica el directivo de BNP Paribas, que las prácticas limites están condenadas a desaparecer. 'En ese sentido, es bueno que haya una depuración porque manejamos operaciones de mucho volumen y muy relevantes', agrega.

Si por algo se ha caracteriza la banca de inversión, así como todas las actividades de servicios profesionales, es por sus maratonianas jornadas laborales, siempre por encima de las 12 horas de trabajo. A pesar de ello, el esfuerzo compensa. 'Te debes al cliente. Yo me voy todos los días a las diez y media de la noche a casa y dejo a todo el equipo trabajando. Los júniors cenan en la oficina. Es una actividad intensiva en horas, pero cuando hay que preparar un proyecto o una propuesta para un cliente tiene que estar perfecto, siempre se le puede dar una vuelta de tuerca más', afirma Ramos. 'Además, estamos inmersos en operaciones empresariales interesantísimas, como procesos de fusiones, adquisiciones, salidas a Bolsa', señala Sancho. Todo esto requiere de un amplio conocimiento en distintas disciplinas, como finanzas, fiscalidad, temas legales o gobierno corporativo. 'Es una profesión muy exigente y has de tener verdadera vocación para poder afrontarla', dice.

Este ejecutivo, de 43 años, licenciado en Derecho y Empresariales, con un máster en Dirección de Empresas por la Universidad de Stanford, siempre se sintió atraído por la banca de inversión y cree que su función es muy satisfactoria, sobre todo cuando se culmina alguna operación empresarial. Cree que su prestigio no se va a ver mermado por lo ocurrido con los banqueros de Lehman Brothers. 'Tampoco creo que los profesionales que trabajaban allí estén peor vistos ni que vayan a tener dificultades para volver a encontrar trabajo', dice el directivo de BNP Paribas. El caso Lehman Brothers ha puesto en entredicho determinadas prácticas, alentadas por la ambición de unos cuantos profesionales y la presión por obtener resultados a cambio de recibir un jugoso bonus.

Precisamente, esta semana el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Henry Paulson, reconoció que el plan de 700.000 millones de dólares, que defiende para ayudar a las entidades financieras, ha de ser modificado para poner límites a los sueldos de los directivos de las empresas que quieran beneficiarse del mismo. El brillo profesional y los altos salarios recibidos hacen de la banca de inversión una ocupación interesante para las nuevas generaciones. 'El triunfador siempre lleva un halo de envidia y se convierte en un referente. Se les ve como líderes, generan admiración entre la gente', explica Carlos Berzosa, rector de la Universidad Complutense de Madrid. Y agrega que 'muchos ven el mundo de las finanzas como glamouroso y hace que un colectivo, siempre creo que minoritario, tenga unas pretensiones elevadas'.

Ocurrió, a finales de los ochenta y principios de los noventa, con Mario Conde, que por entonces presidía Banesto, entidad intervenida por el Banco de España en 1993. 'Muchos querían ser como él, era un referente, un triunfador. Cuando el árbol cae todo se desvanece', prosigue Berzosa. Con la crisis de Lehman Brothers cae otro mito, 'el de la banca de inversión, aunque el prestigio de una determinada banca va a permanecer', señala el profesional que quiere permanecer en el anonimato.

Algo parecido sucedió en 2003 con la desaparición de Arthur Andersen, arrastrada por el escándalo de Enron. Hasta entonces, la firma de auditoría era sinónimo de seriedad, honestidad y profesionalidad. Sus profesionales, conocidos como los arturos, gozaban de un gran prestigio y de una gran reputación. Sin embargo, todo esto se esfumó. Y tuvieron que empezar de cero. En España, la mayoría se integró en Deloitte y otra parte en Bearing Point. Aquel momento no lo olvidará jamás Álvaro Bueno. Era un arturo y de la noche a la mañana vio como su prometedora carrera profesional se paraba en seco. 'Tenía posibilidades de ser socio en una compañía, que era la más atractiva y la mejor posicionada como empleadora'. El sueño se vino abajo. Para que este tipo de sucesos no se repitan, Carlos Berzosa recalca que es necesario que las instituciones académicas hagan hincapié en la formación de valores éticos. 'Está bien tener éxito, pero no a cualquier precio. Hay que enseñar a ser prudentes y a que no se mitifiquen a determinados personajes'.

Sueldos de genios

Las cinco mayores firmas de Wall Street pagaron más de 3.000 millones de dólares en los cinco últimos años a sus máximos ejecutivos, mientras diseñaron y vendieron los préstamos que contribuyeron al derrumbe del sistema de banca de inversión. Según Bloomberg, Merrill Lynch, el que fuera el mayor banco de inversión de Estados Unidos, fue el que más pagó a sus máximos ejecutivos: 86 millones a John Thain que apenas trabajó un mes el año pasado. James Cayne, de Bear Stearns, ganó 161 millones antes de que la entidad colapsara y fuera vendida en junio a JPMorgan.Según Charles Elson, experto en temas corporativos de la Universidad de Delaware, 'ellos justificaron esos niveles de remuneración bajo la idea de que todos eran unos genios. Finalmente, el globo ha estallado'.

Álvaro Bueno ex 'Arturo' y director asociado en Norman Broadbent: 'La caída de Arthur fue una cura de humildad'

Sabe lo que es estar en la cima y de la noche a la mañana estar en el suelo. Durante 11 años trabajó en la prestigiosa Arthur Andersen. Para un profesional era la 'mejor empresa en la que se podía trabajar'. El futuro era prometedor. Había llegado a ser gerente de consultoría especializado en la implantación de sistemas de información y reingeniería de procesos. Sin embargo, la carrera de Álvaro Bueno, diplomado en informática de gestión de 37 años, se paró cuando la compañía desapareció en 2003.'Fue un corte absoluto en nuestras carreras. Teníamos planes de ser socios en una gran compañía y tuvimos que empezar de cero'. Fue lo más duro. Continuó su carrera en BearingPoint como gerente senior, 'pero me marché porque veía que no iba a ningún lado, que aquello no tenía futuro'. Posteriormente se incorporó a SAP España como director de ventas del sector servicios, telecomunicaciones, consultoría y formación. 'Después de tanto tiempo en una gran marca, había que empezar a explicar una nueva empresa, además el mercado estaba enrarecido por lo que había ocurrido. La verdad es que los de Arthur liamos una impresionante', recuerda con humor ahora, desde la posición que ocupa desde hace dos años como director asociado en el área de búsquedas dentro del sector de tecnología en Norman Broadbent.Asegura que nunca se está preparado para 'una catarsis igual, y menos con lo que éramos los arturitos, un estereotipo de profesionales solventes, respetados y triunfadores'. Pero no reniega de lo que ocurrió. Se muestra orgulloso porque la experiencia le sirvió para desenvolverse posteriormente en el mundo empresarial. 'Arthur Andersen supuso una gran escuela, el mejor máster, en cuanto a disciplina, relaciones y método, que se podía hacer'. En primer lugar, por la agenda de contactos adquiridos. 'Es el principal activo que tenemos los arturos. No hay más que ver que las grandes compañías están plagadas de profesionales que salieron de esa casa, y es gente muy potente'. También le permitió empaparse de una cultura 'súper exigente, de up or out, eso significaba que llegado un punto o bien estabas arriba o bien salías de la compara'. Por tanto, la obligación era progresar. 'No te podías quedar estancado, algo a lo que se oponen las nuevas hornadas de profesionales, y había una enorme competencia entre nosotros'. El fin de Arthur Andersen supuso 'una gran cura de humildad, lo mismo que tienen que hacer ahora los banqueros de inversión'.

Jorge Ramos, vicepresidente de banca de inversión en Citi:'No toda la banca de inversión es igual'

En apenas un mes se marcha a Londres, a liderar un grupo de energías renovables en Citi, entidad en la que lleva trabajando ocho años. Jorge Ramos, alicantino de 32 años, recalca que en banca de inversión hay varios perfiles y que es injusto juzgar a todos por igual. 'Conviene diferenciar que los que pierden credibilidad son los que se centran en el mercado de capitales y productos. Todo esto viene motivado por el tema de la hipotecas subprime, que ha tenido un impacto que nadie se esperaba, pero la parte de banca de inversión de asesoramiento no se ve implicada en todo esto, aunque hay que decir que en estos momentos hay menos salidas a Bolsa y procesos de fusión'.Dicho esto, asegura que ser banquero de inversión es una gran profesión, muchas veces desconocida. 'No es un lugar al que llegues con una verdadera vocación, como puede ser el caso de los médicos, pero a medida que te vas adentrando en ella, sobre todo cuando eres analista asociado, te gusta cada vez más'. Y se convierte en vocacional. 'Se requiere mucha dedicación. Trabajas más de 12 horas al día. Yo me voy a las diez y media a mi casa y dejo trabajando a mi equipo. Es intenso en horas porque tenemos que ser muy escrupulosos con nuestro trabajo'.No le encuentra pegas a su profesión, a pesar de que las jornadas son estresantes, 'pero te compensa porque el nivel que tienes de interacción con las empresas y sus ejecutivos, así como los viajes, es interesantísimo'. Ramos ha visto a compañeros que no han aguantado el ritmo y han tirado la toalla. 'Quién aguanta es porque le motiva lo que hace y porque es un lugar en el que se puede hacer carrera profesional'. Como en todo banco de inversión, el diseño está establecido. En Citi se comienza como analista y en esa posición se permanece durante tres años. Los saltos se producen cada trienio, y por este orden: asociado, vicepresidente, director y socio. 'Nuestra cultura es la de ascender o abandonar la entidad'. Ramos está a punto de ser nombrado director. 'Empiezas haciendo un trabajo de laboratorio, una función de análisis, números y modelos, y conforme va cambiando tu posición te vas acercando a áreas más comerciales, a buscar oportunidades de negocio'.Asegura que en el asesoramiento de empresas también hay que tener muy presentes las prácticas éticas. 'Hay que cumplirlas a rajatabla. Tenemos que tener cuidado con las filtraciones y con la confidencialidad. Si fallas en eso pierdes credibilidad'.

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