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Columna
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El Club Med y los cerdos en el lodo

Una cuestión siempre importante es la imagen internacional que transmite un país. Cuesta mucho trabajo y mucho esfuerzo continuado asentar la propia imagen. En la arena internacional, todavía más. Perder o deteriorar esta imagen es, al contrario, un fenómeno inverso: la pierdes o la deterioras a una gran velocidad. Además, en las relaciones internacionales hay una regla no escrita que se aplica inexorablemente: el vacío que tú dejas lo ocupan los otros en cuanto puedan.

Los tópicos y el estereotipo es una forma amable de retratarte y que suele admitirse de buen grado en cualquier evento o reunión internacional. Hacer un broma o una presentación excesiva sobre un francés arrogante con peluca de rizos interminables; un lord victoriano decadente con sabor a naftalina; un amante italiano cantándote una tarantela subida de tono; un griego enloquecido por un ataque de celos; un español torero en la tragedia de un amor secreto con una aristócrata... suele ser una forma hábil, si se dispone de la inteligencia adecuada, para deshacer momentos de tensión en una reunión difícil. En Bruselas, en las instituciones comunitarias, existe un catálogo enjundioso de tópicos y estereotipos que se utiliza como parte del argot comunitario sin que suponga la menor intencionalidad en su uso cotidiano.

Esta introducción viene a cuento de la línea de análisis establecida por el Financial Times recuperando viejos clichés que fueron muy utilizados por este periódico a finales de los ochenta y de una manera particular en el periodo de nacimiento del proceso que nos llevaría al euro. En aquella época nació el termino PIGS y un poco más tarde la expresión Club Med.

España supo integrarse en el círculo de los virtuosos del déficit público cero y no lo ha hecho tan mal en estos años

Los PIGS -los cerdos- éramos los países beneficiarios de los fondos estructurales. El canciller alemán Kohl comprendió que el mercado único sin fronteras debía compensarse con unas fuertes políticas de cohesión, de lo contrario, las disparidades de renta y de desarrollo entre los países miembros harían imposible la consolidación de este gran espacio económico que ponía fin a las fronteras aduaneras.

Nacieron los fondos estructurales y las políticas de ayuda y de cohesión territorial. Para cierto pensamiento, una auténtica herejía: el mercado por sí solo es capaz de equilibrar los territorios. Ayudar a los más desfavorecidos es tirar el dinero. Sólo los que demuestren ser los más fuertes deben seguir y triunfar. El mercado sólo quiere triunfadores.

Con la primera propuesta de reparto de los fondos estructurales nació el término. Bastaba combinar malévolamente las iniciales de los países beneficiarios: Portugal + Italia + Grecia + Spain, para calificar como los PIGS a aquellos países que obtendrían una importante transferencia de fondos del presupuesto comunitario.

Las políticas de cohesión fueron atacadas y vilipendiadas desde honorables medios de comunicación con un objetivo muy claro: impedir que se incorporaran al Tratado de Maastricht y fueran un elemento de acompañamiento de la Unión Económica y Monetaria. Fracasaron y justo después de la puesta en marcha de la primera fase de las tres previstas para llegar al euro nació la expresión Club Med, es decir, los países mediterráneos que serían incapaces de aceptar la disciplina monetaria y las reglas de convergencia económica contenidas en el Tratado.

Las advertencias del Financial Times fueron memorables. El euro no podría ver la luz sin la participación de la City y del Banco de Inglaterra y sería una auténtica locura hacer entrar en el paquete a alguno de los países del Club Med. Ser miembro del Club Med se convirtió en sinónimo de país desaprensivo poco propicio al rigor presupuestario y de país amante de la inflación.

Llegó el euro. En el camino algunos países no quisieron estar, otros no pudieron entrar. Sin el Reino Unido dentro del euro y con los del Club Med dentro, salvo Grecia, aquello no podría durar y sería el mayor fracaso histórico de la construcción europea. Pues bien, el euro ha sido un éxito y hay un Banco Central Europeo que gestionan razonablemente bien la política monetaria. España supo integrase en el círculo de los virtuosos del déficit público cero y no lo hemos hecho tan mal en los últimos 15 años.

Es verdad que estamos atravesando un crisis de una gran envergadura. Es cierto que nuestro modelo económico tiene dos puntos flacos: la dependencia de la financiación exterior y la dependencia del sector de la construcción. No ayudan nuestro déficit y nuestra baja competitividad. Debemos arreglarlo. Pero, siendo así, no es de recibo que los viejos clichés, los estereotipos hirientes vuelvan de nuevo.

Tendremos que combatirlos. Pero no olvidemos que perder la imagen internacional es muy fácil y si dejamos nuestro hueco vacío vendrá otro y nos lo cogerá. Hay especialistas en querer echarte de tu sitio.

Manuel Marín. Profesor de la Universidad de Alcalá de Henares

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