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Tribuna
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Alegato en favor de una Europa que se mueve

Los responsables económicos de la Unión Europea se reúnen hoy en Niza, en un momento de fuerte desaceleración del crecimiento. La autora, que tiene la responsabilidad de dirigir los debates del encuentro, sostiene que Europa debe rechazar el inmovilismo y aportar respuestas comunes para retomar el crecimiento

Desde el 1 de julio y hasta finales del presente año, Francia presidirá los destinos de Europa. Nuestro país tiene el honor, pero también la responsabilidad, de representar a los 495 millones de hombres y mujeres que habitan nuestro continente y que esperan de sus dirigentes valentía e innovación.

Hoy y mañana presidiré la reunión informal del Consejo Ecofin que tendrá lugar en Niza. Esta reunión congregará, por invitación nuestra, a los ministros de Economía y Finanzas de los 27 países que conforman la Unión Europea, a los gobernadores de los bancos centrales, a la Comisión Europea, al Banco Central Europeo y al Banco Europeo de Inversiones con el objetivo de establecer el balance de la situación económica y financiera en Europa.

Por primera vez, los debates estarán presididos por una mujer. Este acontecimiento es un gran orgullo para mí y, a su vez, un desafío personal al que tengo la intención de hacer frente con gran determinación. Esta reunión será testimonio de los avances y progresos que quedan por alcanzar para que las mujeres ocupen su lugar de pleno derecho en la construcción del futuro de Europa.

Esta reunión tiene lugar en un contexto económico complejo. Desde hace un año, Europa viene experimentando una triple sacudida de origen externo: la crisis financiera, que empezó en Estados Unidos, ha desajustado los mecanismos de financiación de nuestras economías; el aumento del precio del petróleo encarece los costes de las empresas e incide negativamente en el poder adquisitivo de nuestros ciudadanos, y por último, la fuerte apreciación del euro ha deteriorado las condiciones de competitividad de las empresas europeas. Estas sacudidas, junto con la ralentización de la demanda a nivel mundial, han provocado una fuerte desaceleración del crecimiento europeo. En el segundo trimestre, la zona euro registró, por primera vez desde su creación, un crecimiento negativo del 0,2%, mientras que el crecimiento en el conjunto de la UE retrocedió un 0,1%.

Ante estas sacudidas, deseo que nosotros, ministros de Finanzas de la Unión Europea, podamos aportar una respuesta común. Los 27 países miembros de la Unión Europea presentan una serie de particularidades que debemos tener en cuenta. No obstante, con el fin de mostrar el valor añadido de Europa, debemos aportar respuestas comunes ante una situación que incide en el conjunto de nuestras economías. En la coyuntura actual, a mi juicio, es esencial que Europa rechace el inmovilismo. Debemos comprometernos para sacar adelante las reformas estructurales iniciadas, a las que Europa debe los 14,3 millones de empleos creados en los últimos 5 años.

Es nuestro deber atacar el mal de raíz y restaurar así la confianza en el sistema financiero. La crisis de las subprime ha demostrado cuáles son las consecuencias de unas finanzas ampliamente desreguladas, que han perdido el sentido de sus responsabilidades.

En consonancia con la hoja de ruta en materia de estabilidad financiera adoptada por los ministros en octubre de 2007, nuestra obligación es velar por la transparencia de las actividades financieras, además de incrementar la vigilancia de las agencias de calificación crediticia, que desempeñan un papel fundamental en la estabilidad del sistema mediante la creación de un registro a nivel europeo y, por último, garantizar que los agentes financieros ejerzan un mayor control sobre los riesgos.

Es mi deseo que Europa refuerce sus instrumentos de control que permitan en el futuro prevenir nuevas crisis y resistir mejor a la inestabilidad financiera. Por lo tanto, es necesaria una supervisión mejor coordinada del sector financiero por parte de los socios europeos y es mi intención hacer todo lo que esté a mi alcance para que ésta se haga realidad con la mayor brevedad. La confianza no regresará sin un sistema estable, transparente y común a todos, sin reglas de gestión que comprometan a los agentes financieros.

Las condiciones de financiación de nuestras empresas deben ser objeto de una atención especial. Las empresas representan el trabajo de millones de familias, la mitad del crecimiento y de los empleos de Europa y participan de forma esencial en la expansión y la proyección de nuestro continente. Es vital que el sector empresarial cuente con los medios necesarios para crecer sin trabas y que disponga de la financiación necesaria para garantizar dicho crecimiento. Yo misma propondré que los medios del Banco Europeo de Inversiones se movilicen en mayor medida.

Nuestra presidencia tiene como objetivo alcanzar un consenso para que la Europa económica y financiera se sitúe en primera línea en la lucha por el crecimiento y el empleo. Nuestras culturas y nuestras sensibilidades son diversas, pero estoy convencida de que, si deseamos volver a la senda del crecimiento, únicamente lo conseguiremos actuando y poniendo en práctica las reformas estructurales de manera conjunta. æpermil;sta es la vía que yo les propondré a mis colegas europeos.

Nuestros conciudadanos esperan de sus dirigentes respuestas concretas que les ayuden a superar sus dificultades. No tenemos derecho a defraudarles.

Christine Lagarde. Ministra de Economía, Industria y Empleo del Gobierno de Francia

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