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Tribuna
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Inteligencia tecnológica, el paso previo al éxito en I+D+i

Muchas empresas pierden dinero innovando. No tiene sentido la inversión en la investigación de un compuesto que ya existe, ni dedicar esfuerzos al desarrollo de un prototipo que está en manos de otras compañías, ni producir algo que el mercado ya no quiere o que a una empresa se le rechace un pedido porque no estaba al día sobre la legislación. Los estudios de inteligencia tecnológica señalan lo que será un éxito en el I+D+i, rastreando la información disponible en todo el mundo y facilitando a las empresas las líneas de investigación que han de seguir

La inteligencia tecnológica permite a las empresas realizar un seguimiento de los desarrollos tecnológicos de las empresas competidoras; conocer los mercados en los que se mueve, quiénes trabajan para ellos y dónde lo hacen; determinar la evolución del interés en una tecnología, detectar tecnologías emergentes o aquellas que están quedando obsoletas, o aquellas tecnologías que provocan la aparición de otras, o que son aplicables a otras áreas, es decir, poder identificar nichos de mercado, nuevos actores, proveedores que puedan devenir en competidores.

La inteligencia empieza en la identificación de una necesidad de información y la recogida de la información pertinente, y termina en el filtrado y análisis para apoyar una decisión.

No tiene sentido la inversión en la investigación de un compuesto que ya existe, ni producir algo que el mercado ya no quiere

Pero lo que es más difícil es identificar todo el potencial de la inteligencia tecnológica, a qué campos se puede aplicar y qué organización puede implementarla.

Muchas veces se piensa en la inteligencia tecnológica como un proceso caro, basado en grandes soluciones de software, largo en el tiempo y sólo para grandes empresas. Esta es una concepción muy extendida y sin embargo la inteligencia es una de las pocas disciplinas horizontales, aplicables a todo tipo de organización, de cualquier tamaño, de cualquier sector y en cualquier posición geográfica.

Para la implantación de un sistema de inteligencia tecnológica no es preciso contar con grandes programas de software capaces de analizar información ni destinar recursos económicos cuantiosos. El pilar de todo sistema de inteligencia es el especialista humano, capaz de recoger información y hacer un primer filtrado.

Esta persona va a ser la responsable de identificar las fuentes de información que una organización requiere en un determinado momento, y va a ser la responsable de hacer un primer filtrado de esta información, para separar el ruido de la información realmente pertinente. Pero esto que parece fácil de comprender, la identificación de fuentes y el filtrado, no es tan fácil de ejecutar.

Las fuentes de información pueden ser de diferente naturaleza: a veces están en soporte digital, y otras en otro tipo de formato, bien sea en forma de publicación o bien en forma de un evento. Siempre es dispersa. Un enjambre de portales temáticos, bases de datos de todo tipo de contenido, publicaciones y artículos digitales, blogs y foros de opinión, noticias a tiempo real, hemerotecas, páginas de la Administración, bases de patentes, de proyectos de investigación, etcétera, hacen que el proceso de recogida y selección de la información sea lento, y de que no tengamos la certeza de ser, además, exhaustivos.

Si a eso le sumamos que muchas de las fuentes son multiformato o están en varios idiomas, la labor es ingente.

Sin embargo, nadie mide la magnitud de una actividad sólo por la complicación de su proceso, sino también por los resultados que sobrevienen.

Podemos hacer un seguimiento de la competencia en cuanto a sus desarrollos tecnológicos, los mercados en los que se mueve, quiénes trabajan para ellos y dónde lo hacen. Podemos determinar la evolución del interés en una tecnología, detectar tecnologías emergentes o aquellas que están quedando obsoletas, o aquellas tecnologías que provocan la aparición de otras, o que son aplicables a otras áreas, es decir, identificamos nichos de mercado, nuevos actores, proveedores que puedan devenir en competidores.

Podemos anticiparnos y preparar a nuestra organización para futuros cambios: cambios en la legislación, nuevos cambios en la normativa que afecta a nuestros productos, cambios en el interés del consumidor o en las políticas de importación de nuestros clientes. La detección y el análisis de las señales es una de las ventajas de la inteligencia tecnológica. Una correcta interpretación de los datos es crucial para una buena toma de decisiones o para dibujar futuros escenarios.

La reflexión final es vista desde el lado de la organización que no implementa el proceso de inteligencia: el coste puede costarle la permanencia. No tiene sentido la inversión en la investigación de un compuesto que ya existe, ni dedicar esfuerzos al desarrollo de un prototipo que está en manos de otros, ni producir algo que el mercado ya no quiere. No es excusable que a una empresa se le rechace un pedido porque no estaba al día sobre la legislación.

No hace falta escribir sobre las consecuencias. ¿Y si todos hacemos lo mismo? ¿Y si todos implementan un proceso de inteligencia? Frente al uso común de la información, la diferencia la pone el uso que se hace del conocimiento, la calidad en lo que se hace y la innovación constante: el uso inteligente de la inteligencia.

Sergio Larreina. Clarke, Modet & Co

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