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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Inversión pública que sea productiva

El Gobierno que preside José Luis Rodríguez Zapatero tiene ante sí la elaboración de los Presupuestos Generales más difíciles desde que está en La Moncloa. La crisis que afronta la economía genera dudas sobre cuál es el sesgo más adecuado para impulsar la recuperación, por lo que el Ejecutivo tendrá que elegir con más tino que nunca entre unas cuentas restrictivas o unas moderadamente expansivas.

Si el Gobierno apostase finalmente por la austeridad, garantizaría cierto control de las cuentas públicas y, con ello, dispondría de fondos para medidas de urgencia. Sin embargo, podría ser a costa de un fuerte recorte del dinero que el Estado inyecta a las familias y al sistema productivo. Esta opción podría suponer un gran coste social, pues el menor gasto podría exigir ajustes en los estabilizadores automáticos, es decir, un recorte de ciertas prestaciones. Y esa está destinada a ser una de las partidas presupuestarias que más fondos va a demandar el próximo año. De hecho, los 15.770 millones previstos para 2008 ya se han quedado cortos. Pero, además, unas cuentas cicateras en los capítulos de inversión pública vendrían a alargar las crecientes listas del paro y acrecentarían la debilidad económica.

Son motivos suficientes para que el Gobierno se plantee presentar a las Cortes unos Presupuestos que en ningún caso recorten la inversión productiva. Pero eso no puede significar carta blanca, como matizan los expertos. El aumento del gasto se ha de justificar con su rentabilidad. No se puede caer en el despropósito de hacer zanjas para llenarlas, porque además no será difícil elegir infraestructuras que mejoren la eficiencia del conjunto productivo. Pero la inversión no ha de limitarse a las obras públicas. El sistema educativo o el apoyo a la investigación son cruciales para sentar las bases de un modelo productivo mucho más competitivo y moderno.

El déficit puede ser un tributo a pagar por mantener la inversión que demanda el país. Si se hace con eficacia, será un mal menor. Después de todo, el superávit de los últimos años ha permitido que el nivel de deuda pública sea de los más bajos de la Unión Europea. Y otros de los grandes Estados de la zona euro han sabido jugar con el déficit cuando ha hecho falta, y sin duda lo volverán a hacer si la situación así lo requiere. Las grandes economías de la UE ya presentan decrecimientos: Alemania, un 0,5%, y Francia e Italia, un 0,3%. Un panorama que ha llevado a Francia, como presidente de turno, a proponer que la Unión haga frente a esta crisis, la primera que presenta datos próximos a la recesión de la zona euro, de forma conjunta. Sería una buena manera de demostrar la solidez y valía de las instituciones comunitarias, incluido el BCE.

En cualquier caso, la decisión del Gobierno español sobre el sesgo de los Presupuestos para 2009 va a depender en gran medida de los apoyos políticos que consiga las próximas semanas. Los partidos de la oposición ya están empezando a sacar su lista de reivindicaciones, teñidas por el enconado inicio del debate de la financiación autonómica. Será otro sudoku, aunque de menor dificultad.

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