Sombra de recesión en Alemania
La confirmación del descenso de un 0,5% del PIB alemán en el segundo trimestre despeja dudas sobre futuros movimientos del BCE. No subirá tipos a corto e incluso está más cerca de las bajadas, según descuentan ya los mercados de deuda. Aunque primero deberá remitir una inflación que se mantiene en un 4% de media en la zona euro. La política monetaria del banco central siempre ha estado tácitamente influenciada por la evolución del gigante alemán. En ese caso, el crecimiento debe ser ahora su primera fijación, máxime cuando Francia e Italia también han registrado caídas en sus PIB. Pero si el dato alemán del segundo trimestre, que deja la tasa interanual en el 1,7%, no invita al optimismo, las perspectivas no son mejores. Los empresarios del país consideran que el próximo trimestre irá a peor, según el índice de confianza empresarial IFO. Será la continuidad lógica al fuerte descenso del consumo de los hogares y de la inversión, en especial la construcción.
El ritmo lento de la economía germánica influirá sobre los países del entorno, incluida España. Y no sólo por su influencia sobre la política monetaria, sino por el tirón que tiene como mercado para las empresas europeas. Un balón que se desinfla por momentos. Sus exportaciones -uno de sus pilares económicos- también han descendido, aunque a ritmo menor que las importaciones, que se han derrumbado por la atonía del consumo. Eso ha permitido mantener su poderosos superávits comerciales. Las empresas españolas deben ajustar mucho sus precios si no quieren perder su cuota en Alemania.
Las malas noticias para el crecimiento alemán se han dejado notar en la divisa europea, que sigue perdiendo valor frente al dólar. La debilidad de la economía europea y unos tipos de interés con posibilidades de bajadas hacen perder atractivo al euro. Paradójicamente, y ahí está la única buena noticia, eso puede tener un efecto beneficioso para las exportadoras alemanas, y también para las españolas.