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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Investigación hasta el final

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, prometió ayer a los familiares de las víctimas del trágico accidente de Spanair del miércoles que la investigación será 'exhaustiva, rigurosa, total' y que se realizará lo más rápidamente posible. Eso es precisamente lo que esperan y demandan todos los españoles de las autoridades. Es comprensible que los afectados, y el resto de la sociedad, quieran respuestas rápidas y que se determine si se podía haber evitado la tragedia. Es igualmente humano aspirar a que si se detecta que ha habido negligencia, sus responsables asuman las consecuencias. Sin embargo, hay que admitir que conocer las causas últimas de una tragedia de tal magnitud requerirá tiempo.

Cierto es que surgen muchas dudas sobre las circunstancias que han rodeado el accidente. La primera y principal es si el avión estaba en condiciones óptimas de volar después de que el piloto decidiese anular una primera operación de despegue, para que los servicios de mantenimiento de Spanair revisaran el aparato. Ayer, los responsables de la compañía aclararon que se trataba en un fallo en los sensores de temperatura del avión que fue subsanado por los mecánicos a pie de pista. Según la versión de la compañía, el aparato podía volar sin problemas.

La delicada situación económica y laboral por la que atraviesa la aerolínea ha provocado suspicacias. Más de un millar de trabajadores están sometidos a un expediente de regulación de empleo y desde el sindicato de pilotos Sepla se sugirió, horas antes del accidente, que la empresa obligaba a trabajar a su personal más horas de las permitidas. El presidente del comité de empresa, Jordi Mauri, negó ayer este particular y declaró que el aumento de trabajo se debe a una mayor actividad por las fechas veraniegas, al igual que sucede en el resto de compañías. Sin pruebas irrefutables, jamás y bajo ningún concepto se debe poner en duda la profesionalidad del personal de la aerolínea.

La antigüedad de la aeronave, de 15 años, también se ha apuntado entre otros como un factor que pudo influir en la catástrofe. De hecho, la empresa está estudiando retirar del servicio los aparatos de este modelo, aunque como se ha explicado la decisión no se debe a condiciones de seguridad, sino de eficiencia económica. El MD-82 consume un 25% más de combustible que otros aparatos más modernos. Y más importante que la edad es el mantenimiento del avión, y el siniestrado, en principio, había pasado todos los controles reglamentarios.

En cualquier caso, todas estas circunstancias, y otras muchas, tienen que ser aclaradas por la comisión técnica independiente formada para la investigación. Sus miembros habrán de determinar las causas que han ocasionado la muerte de 153 personas y heridas de diversa gravedad a otras 19, además de la desolación de sus familiares y de millones de ciudadanos. Nada debe influir en sus conclusiones. Si se demuestra negligencia, venga de donde venga, deberá hacerse frente a las responsabilidades, incluidas las penales. Pero mientras tanto no se debe dar pábulo a inútiles conjeturas y sí a un trabajo objetivo en pro de la mejora de la seguridad aérea. Las especulaciones sólo generan confusión y producen una inquietud que aumenta el enorme dolor.

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