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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Iberia y British se dan el 'sí' definitivo

Tras diez años de relación afectiva y defensiva, las dos viejas compañías aéreas de bandera de Reino Unido y España han decidido consumar la aventura corporativa creando una sola sociedad. Aunque conservarán ambas marcas en el negocio de la aviación comercial, tendrán una sola cuenta de resultados si el proceso de consolidación anunciado ayer culmina con éxito en los próximos meses.

Con la fusión de Iberia y British Airways se pone en marcha la tercera compañía aérea del mundo, tras las dos europeas encabezadas por Lufthansa y Air France, y se cierra el círculo de alianzas corporativas en Europa. Los estrategas de la aviación comercial siempre han considerado que en unos años no operarían más de tres compañías tradicionales y una low cost, que por la posición en el mercado podría ser la irlandesa Ryanair. El tiempo parece que empieza a confirmar sus tesis y la concentración es ya imparable.

La fusión de Iberia y British, o la lógica absorción de Iberia por parte de la compañía británica en función de su fortaleza económica, es una operación que sobrevolaba el mercado desde hace años y era cuestión de tiempo que cayese por su propio peso. Las dos empresas mantenían una alianza comercial desde hace una década, compartían vuelos y mantenían servicios comunes para aprovechar sinergias comerciales. Pero el difícil paso de fusionarse lo ha precipitado el precio del petróleo, que ha puesto contra las cuerdas a todas las aerolíneas por igual y que ha desatado ya una oleada de fusiones de pequeñas compañías, cuando no la simple y llana desaparición de algunas de ellas.

La fusión crea una compañía con más de 450 aeronaves y 200 destinos en más de un centenar de países, lo que la convierte en compañía global. Además, es la salida más lógica en un negocio con feroz competencia, costes crecientes y márgenes cada vez más ajustados, para empresas con enormes cantidades de inmovilizado y descomunales inversiones en aeronaves y seguridad, y que se mueven siempre en la delgada cuerda de los beneficios y las pérdidas. Pero esta operación va mucho más allá del uso de códigos compartidos de vuelo, y deberá someter a ambas aerolíneas a un acoplamiento de sus dimensiones, tanto de personal como de aeronaves. Además, siendo como son prácticos oligopolios en sus mercados naturales, podrían tener problemas de competencia y verse obligados a liberar slots (permisos de vuelo) a otras compañías.

La lógica dicta también que, aunque la fusión respete el peso específico de cada una de ellas, sea la británica la que lidere la operación, puesto que vale en Bolsa casi el doble que la española. No se ha determinado cuál será la relación del canje de acciones de las compañías, pero Iberia ha tomado en los últimos meses participaciones crecientes en el capital de la británica y acumula ya casi un 10% entre capital directo y derivados, frente a un 13% que British posee de Iberia.

El peso de los accionistas de Iberia se diluirá, pero todo parece indicar que el mayor, Caja Madrid, también lo será de la fusionada. Un salto cualitativo para la caja, pese a que la nacionalidad del capital en un negocio como éste sea hoy una anécdota sin importancia. Sí la tiene la viabilidad del negocio, el servicio de calidad a la clientela y la rentabilidad para el accionista.

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