Llega la hora de los sacrificios
El Gobierno ha caminado a remolque de los acontecimientos en los últimos meses, en los que la actividad económica ha pasado del optimismo a la depresión, y el crecimiento de tasas superiores al 3% a coquetear con la recesión. Pero en la última semana ha hecho dos ejercicios de realismo que deben ser valorados, porque sin ellos no hay pasos que valgan para solucionar la crisis. Primero, el vicepresidente Solbes ha recortado drásticamente el escenario de crecimiento, aunque la validez de las nuevas estimaciones pueden ser pulverizadas por la realidad en pocas semanas, y segundo, por vez primera ha puesto los mimbres teóricos de la solución, admitiendo que no depende de sus decisiones en exclusiva.
Ayer, en sede parlamentaria y tras hablar abiertamente de crisis económica, Solbes pidió un esfuerzo colectivo para superarla. Y lo hizo al sector público, con un ejercicio de disciplina fiscal muy exigente por parte de ayuntamientos, comunidades y Estado, y al sector privado, con una moderación responsable de todas las rentas, tanto los salarios como los beneficios, para poder conservar así la mayor cantidad posible de empleo.
Ha llegado, pues, la hora de los sacrificios. En una economía en la que el crecimiento interanual está ya seguramente por debajo del 2%, en el que el intertrimestral podría incluso tener registro negativo entre abril y junio, y en el que el empleo ha comenzado a ajustarse a velocidad acelerada, las soluciones iniciales tienen que encaminarse a frenar la sangría, para pensar luego en reconstruir el aparato productivo y retocar el escenario para ensanchar el crecimiento potencial.
Por ello, el documento que sirva de hoja de ruta al diálogo social y que debe firmarse hoy no debe descuidar estos detalles, y debe ser un compromiso firme de asumir cargas. Los recados lanzados ayer por el vicepresidente son duros de verbalizar, pero mucho más duros de asumir. Un control nominal de salarios y precios (márgenes) supone un descenso real de los mismos, pero seguramente es el camino más corto para restaurar la pérdida de competitividad acumulada por varios años de diferenciales de inflación con los competidores.
Además, el escenario internacional no ayudará. El FMI advirtió ayer que la crisis financiera empeorará en los próximos meses, porque la mitad de los activos bancarios dañados no ha aflorado todavía. Sólo han aparecido activos dañados por 254.000 millones de euros y el FMI estima que los hay por valor de 600.000. Por tanto, mientras siguen apareciendo, la sequedad del mercado financiero y la necesidad de recapitalización de la banca afectada impondrán costes más altos a la financiación de la economía.
Pero, mientras los agentes privados encajen los sacrificios, los públicos han de contribuir a completarlos. ¿Cómo? Con disciplina fiscal que afecte a todos los capítulos de gasto salvo la inversión; con una reforma de los mercados para que la oferta pueda estimular a la demanda y controlar las tensiones de precios; con un modelo energético más racional y menos dependiente; con mejoras pactadas en la cualificación profesional y con un entorno fiscal y jurídico atractivo para la inversión en un aparato productivo apartado de los vicios del último ciclo. Sólo así el aserto de Solbes de que en 2010 España puede crecer al 3% será creíble.