Trabajo en equipo en Platón
Pujol defiende que su despacho no puede ser mejor que el de sus médicos
Jordi Pujol (Barcelona, 1948) llegó en 1985 a la dirección de la clínica Platón en plena crisis. Hoy, 23 años después sigue llevando las riendas de un hospital que se ha transformado en fundación y que está inmerso en un plan de crecimiento. 'Las he visto de todos los colores, creo que soy el gerente más veterano de los hospitales de la red pública', explica.
Antes de dar el salto a la gestión, Pujol era jefe de servicio de cuidados intensivos. 'Es bueno haber sido médico antes que gestor, y especialmente los intensivistas somos muy dados a pasarnos a la gestión porque tenemos una visión muy global y estamos acostumbrados a decidir'. Dice no echar de menos el ejercicio de la medicina porque le gusta estar 'en los lugares donde se decide y se pueden cambiar las cosas'.
El hospital Platón, ubicado en el barrio de Sant Gervasi e integrado en la red de la seguridad social, tiene una plantilla de 560 trabajadores. 'O colaboradores'. Pujol explica que no es simplemente una cuestión de terminología. 'Hace años emprendimos un plan de cambio de la filosofía de gestión y entonces estaba de moda llamar colaboradores a los trabajadores. Se puede cambiar una filosofía de trabajo sin cambiar los términos, pero es cierto que fue bien hacerlo porque las palabras arrastraron a la filosofía'.
Asegura que la mayor innovación que vivirá la medicina en el siglo XXI será el tener en cuenta a la persona
'Muy correcto'. Así es como califica Pujol su despacho en el hospital. 'No siempre ha sido así, yo he ido evolucionando con la institución y en otras etapas mi lugar de trabajo dejaba bastante que desear. Entonces yo decía que no podía tener un despacho mejor que el de los médicos'.
Asegura que la mayor innovación que vivirá la medicina en el siglo XXI será la personalización. 'Será la gran revolución, el siglo XX fue el de la ciencia y éste, el de los valores humanos'. Apuesta por volver al profesional que trata a las personas como personas, en un entorno en el que la técnica tiene es una herramienta, pero no lo esencial. 'Lo que de verdad quiere un enfermo es que le cojas la mano o que le hables', explica.
El mismo esquema de personalización es el que intenta aplicar en el centro sanitario que dirige. Come cada día en el comedor del hospital, como todos los empleados, e intenta que su gente no se quede a trabajar más allá de las cinco o seis de la tarde. Recuerda también que ha habido épocas en las que no ha podido ser así y ha trabajado habitualmente los sábados. Otra de las medidas que aplica es el reparto del 6% de los excedentes anuales del hospital entre la plantilla a partes iguales, 'lo mismo para un conserje que para mí'.
El despacho de Pujol está decorado con cuadros que el mismo pinta y abundan las fotografías que reflejan su trayectoria profesional. También tiene una nariz roja de payaso que le sirve para rebajar la tensión en reuniones difíciles. El directivo, que cumplió 60 años el día que se realizó esta entrevista, fue recibido en la sala de reuniones anexa a su despacho por los siete miembros del comité directivo con la nariz de payaso puesta.
'Es curioso', comenta, 'a medida que hemos hecho progresos en el modelo europeo de calidad hemos ido habilitando más espacios para reunirnos'. Explica que desde que empezaron el proceso han realizado 120 reuniones con una media de seis personas interviniendo en cada una ellas. 'Son muchas horas de trabajo'. Pero asegura que están bien invertidas 'porque cuando las personas se implican y ven que el sistema en el que están integrados es potente y fuerte, colaboran más y trabajan mejor.
Pujol dice divertirse todavía en el trabajo. 'Si no tienes espíritu de futuro es difícil hacer cosas, yo creo que los que sólo ven día a día se aburren y los que tenemos la suerte de gestionar tenemos que ser capaces de ver qué será la empresa dentro de cuatro o cinco años, esa es nuestra obligación'. En cuanto a los empleados, está convencido de que se contrata por aptitudes y se despide por actitudes. 'Lo que importa es el rendimiento y eso depende más de las ganas que tienes que no de los conocimientos, que además se pueden adquirir'.
Un toque personal en la decoración
Una buena parte de los cuadros que decoran el despacho de Jordi Pujol, gerente del hospital Platón, son suyos. 'Empece a aficionarme hace dos años y medio y la verdad es que he descubierto que me encanta pintar, ahora lo hago habitualmente', explica. Entre las fotos que reflejan su trayectoria profesional hay una de Venecia, ciudad de la que se confiesa 'profundamente enamorado'.Pujol realiza por motivos profesionales 'unos cinco o seis viajes al año'. Uno de ellos es muy especial. Se trata de un viaje de empresa al que acuden un grupo de unas 40 personas, compuesto por el comité directivo y trabajadores del hospital. 'El objetivo es conseguir que todos estemos implicados en este proyecto, y es increíble como el compartir un viaje puede cambiar la relación entre colaboradores'. El último de los viajes, que se realiza cada año, ha sido a Marraquech.Pujol es un defensor de cualquier iniciativa, 'que sirva para demostrar claramente a los empleados del hospital que estamos todos juntos trabajando por el mismo proyecto'.