'Es difícil que surja una alternativa europea a Visa y Mastercard'

Forjado en Caja Mediterráneo (CAM), comenzó su carrera a la sombra de los rascacielos de Benidorm, en 1971. Desde el año pasado compagina su cargo de director general de recursos de la entidad alicantina con la presidencia de Euro 6000.

El mundo de los medios de pago está en plena efervescencia. Mastercard y Visa han salido a Bolsa y la UE impulsa la zona única de pagos, al tiempo que continúa el debate sobre la legalidad o no de las tasas de intercambio. El presidente de Euro 6000 repasa la situación del sector.

Descenso del consumo, inflación al alza, aumento del paro... El panorama no es muy bueno.

Somos una parte de la economía y, evidentemente, lo estamos notando. Se percibe menos el descenso del consumo en sectores básicos como la alimentación, pero en los últimos meses asistimos a una ralentización del crecimiento. Hemos pasado de subidas de dos dígitos a alzas de uno.

¿Y cómo evoluciona la morosidad de las tarjetas de crédito?

Puede que esté duplicando la morosidad de las hipotecas, pero no tengo datos agregados. Sólo estimaciones.

¿Cómo les afecta la llegada de la zona única de pagos (SEPA, en sus siglas en inglés)?

Nuestras tarjetas son Visa o Mastercard, así que son productos transfronterizos. El objetivo de SEPA es permitir a un cliente usar servicios financieros en el extranjero de la misma forma que lo hace en su país y eso ya era una realidad en España. Ahora pasamos a la tecnología chip porque aporta una mayor seguridad al proceso de compra. El 82% de nuestros cajeros, el 74% de los datáfonos ubicados en comercios y el 4% de las tarjetas ya están adaptados.

SEPA puede favorecer la integración de procesadores de distintos países. ¿Ven movimientos?

La función principal de SEPA no es favorecer la fusión de procesadores, sino crear un mercado único financiero. De momento no vemos movimientos de integración de procesadores.

Para las cajas, Euro 6000 es más que un procesador. Es un centro de desarrollo de producto, de labores de consultoría y que dota a las entidades pequeñas y medianas de herramientas para competir con los grandes grupos bancarios en materia de medios de pago.

Bruselas desea que se cree un esquema europeo como alternativa a Visa y Mastercard. ¿Lo ven posible?

Es difícil porque estas marcas llevan muchos años implantadas, tienen un enorme reconocimiento y una gran red, y todo eso no se improvisa de un día para otro. Cualquiera que quiera entrar debe invertir en desarrollar esa red. Es un desafío gigantesco.

¿Apoyan las autoridades comunitarias ese proyecto?

Hay mensajes contradictorios. Por un lado, el comisario de Mercado Interior, Charlie McCreevy, y el Banco Central Europeo (BCE) quieren que se cree el esquema de pagos europeo. Pero por otra parte, la Dirección General de Competencia encabezada por la comisaria Neelie Kroes ha impuesto una multa a Mastercard. Esto provoca que no exista confianza a la hora de realizar esas inversiones cuando Bruselas no pone facilidades para rentabilizar los medios de pago ya existentes.

¿Pero aportaría algo un esquema europeo?

En España las tres redes 4B, Servired y Euro 6000 hemos dado productos Visa y Mastercard, por lo que nuestras tarjetas son aceptadas en todo el mundo. ¿Se las vamos a sustituir por un plástico restringido en su capacidad? Difícilmente. El producto no aporta más. Aporta menos. Con esto no quiero decir que sea imposible que surja un esquema europeo, sino que tiene grandes inconvenientes y dificultades.

¿Ha variado algo tras la salida de Mastercard y parte de Visa a Bolsa?

La marca, la cobertura y las prestaciones son las mismas. Comercialmente todo sigue igual.

¿Les preocupa la nueva figura de los emisores de dinero electrónico (EDE)? ¿Suponen más competencia?

Son soluciones muy limitadas. No pueden otorgar crédito y nosotros tenemos una relación amplia con nuestros clientes, donde la tarjeta es sólo un ingrediente más. Los EDE se limitarán a competir en ciertos nichos de actividad, como el entorno online y los vales restaurante. Aún así, abogamos porque las autoridades marquen reglamentos por los que se supervise a estas entidades y se les obligue a cumplir con determinados requisitos de solvencia porque gestionan fondos ajenos, aunque sea por un espacio de tiempo breve.

Encaje de bolillos tras el acuerdo con los comercios

A finales de 2005 la banca y los comerciantes acordaron un plan para la reducción gradual de las tasas de intercambio. Estas tarifas son los cargos que impone una entidad financiera a otra cuando un consumidor usa la tarjeta para realizar una compra a través de un lector (o terminal punto de venta, TPV) que pertenece a otro grupo bancario. Dichas tasas de intercambio se repercuten luego sobre las de descuento, que son el porcentaje de la compra que cobra un banco o caja al comercio por aceptar el desembolso con dinero de plástico.De acuerdo con el pacto entre banca y comercio, el cargo por una tarjeta de crédito debía pasar de un máximo del 2,32% en 2005 al 1,10% este año. El coste del débito se reduciría de 2,32 euros por transacción a 0,40 euros.Para compensar estos descensos la banca debe incrementar el número de operaciones para lograr economías de escala. Pero esto todavía no se ha producido. 'El crecimiento de volúmenes a solas no ha compensado la bajada de las tasas', explica Vicente Soriano. 'Se han tomado otra medidas para cuadrar las cuentas como fomentar los productos de crédito aplazado, arañar cuota a la competencia, encarecer la tarjeta a los clientes o reducir costes'.El presidente de Euro 6000 ve con buenos ojos la creación del observatorio de medios de pago que reúne a la Administración, la banca, el comercio y los consumidores. 'Permite ponerte en el lugar del otro y ayuda a crear un entendimiento. Además, certifica que se reducen las tasas de intercambio'.