El rediseño del diseño
La aparición de El País dos años antes del nacimiento de CincoDías transformó, para bien y para mal, el diseño periodístico en España. La apuesta de Reinhard Gade por la sobriedad y funcionalidad tipográfica (que ya antes había promovido Juan Luis Cebrián en el rediseño de los suplementos del veterano Informaciones) armonizaba con el rigor del que presumía el nuevo diario.
El éxito de ventas de El País provocó una cascada de imitaciones de su fórmula gráfica. Casi todos los interesantes modelos discrepantes con aquella tendencia -el primer Diario 16, El Sol, al igual que aquellas aberraciones sensacionalistas que fueron Claro y Diario Libre- no funcionaron.
Lo que se denominó paisitis ordenó el diseño a costa de homogeneizarlo. Las hemerotecas han venido recogiendo la desvergonzada y/o timorata imitación del modelo. En una ponencia congresual de la SND (Society of News Design), se denunciaba con humor la auténtica clonación por El Mundo de las primeras páginas de El País. La vieja estampa quiosquera ofertando la diversidad de Pueblo, Informaciones, Madrid, El Alcázar, Ya, Abc, Arriba, Nuevo Diario, SP... (por citar sólo los diarios editados en Madrid) no volvería a contemplarse.
De tan aburrido paisaje comenzaron a escapar los diseñadores españoles a finales de los años ochenta. Lo hicieron con notables trabajos en los suplementos de sus diarios o liderando con éxito las renovaciones de numerosos periódicos de Latinoamérica y Europa. Lo que llegó a ser un auténtico boom internacional -que hoy se mantiene- fue animado por el capítulo español de la SND y distinguido año tras año con decenas de premios en los certámenes mundiales de esa organización. España se consolidó pronto como segunda potencia tras Estados Unidos en ese medallero.
Barcelona, desde donde Toni Cases había introducido atrevidos formatos, organizó en 1995 el Congreso Anual de la SND. Era la primera vez que se celebraba fuera de Estados Unidos. En los últimos años los diarios españoles han ido confiando sus rediseños -y han sido muchos- a los profesionales de su propio país. Algunos medios se han unido en el riesgo y la ilusión a las heterodoxas excepciones de hace un par de décadas. Otros han confundido la sencillez con la simpleza y la continuidad con el inmovilismo.
La globalización y el acceso generalizado a internet no favorece la diversidad -en contenidos y diseño- de los medios. Los rasgos distintivos propios se van perdiendo por la adopción de fórmulas ajenas servidas online gratis a domicilio. Parece tiempo de mestizaje entre lo importante, priorizado en la denominada prensa de calidad, y lo interesante que identifica a los medios populares. La franja de opciones cada vez es más estrecha. La prensa gratuita podría ser una garantía de variedad, aunque sus últimos lanzamientos enfrían esa posibilidad. Algunos diarios especializados -deportivos, económicos- se resisten a la uniformidad.
Los treinta años que ahora celebra CincoDías y los cuarenta que As festejó hace unos meses son un excelente ejemplo de ese empeño. El viaje del diseño periodístico español durante las últimas tres décadas ha resultado estimulante. Sus profesionales respetaron la palabra y eludieron -en general- las atractivas trampas que el cambio tecnológico ofrecía. Conocen que los modelos gráficos pueden hacer más apetecible la información, pero no más sabrosa. Que su misión es ayudar al lector a navegar con comodidad por las páginas sin agobiarle ni distraerle. Que el diseño puede ser belleza, pero que siempre debe ser servicio. Que su oficio es periodismo; puro y duro.
Carlos Pérez Díaz. Consejero editorial de GMI-Prisa