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Energía

La alta tensión se instala en el sector eléctrico

Cuando aún no se habían apagado los rescoldos de la batalla sobre el control de Endesa, que se prolongó durante dos años, un nuevo proceso de concentración se atisbó a principios de año en el escenario eléctrico español: la batalla por Iberdrola de la mano de EDF y ACS. En las últimas décadas ha desaparecido la atomización de las empresas eléctricas, con la formación de dos grandes grupos, y con la entrada en aceptables dosis de capital extranjero, primero en Hidrocantábrico, después en Viesgo y el año pasado en Endesa.

Pero en enero se reavivó la lucha por el control de la eléctrica que preside Ignacio Sánchez Galán, cuando CincoDías desvelaba que el grupo francés EDF había tomado una pequeña posición en Iberdrola, con vistas a una operación posterior de toma de control junto con la constructora del grupo March, que es su primer accionista con un 13%. El presidente de Iberdrola transmitió ese mismo día a su homólogo francés, Pierre Gadonneix, en un breve encuentro en el Foro de Davos, que prefería que la compañía 'mantuviera su independencia' y que, por tanto, no necesitaba a nadie. Más tarde, exigió que ambas empresas desvelaran sus planes a través de la CNMV e inició, en este mismo sentido, un pleito contra el grupo galo en un juzgado mercantil de Bilbao.

Tras las elecciones

La convocatoria de elecciones generales y la formación del nuevo Gobierno detuvieron una operación que se ha intentado canjear por otra made in Spain: la fusión entre Iberdrola y Gas Natural, que el propio Galán propuso en los primeros días de febrero a los principales accionistas del grupo gasístico, Repsol y La Caixa. Se trataba, entre otras razones, de evitar que la única gran empresa energética cayese bajo el control extranjero y, además, a manos de una empresa pública. El nombramiento como ministro de Industria de Miguel Sebastián, al que se atribuyó un acercamiento a EDF, alentó los contactos entre las empresas implicadas en la fusión, a las que se transmitió que el Gobierno vería con buenos ojos la creación de un gran grupo energético español. Tanto los accionistas de Gas Natural, como los de Iberdrola, la BBK y ACS (que también se ha declarado partidaria de la fusión, a cambio de activos para su filial Fenosa), se apuntaron a unas conversaciones que han resultado infructuosas.

Sin embargo, el fantasma de la incursión gala no ha desaparecido del todo. La cotización de Iberdrola, que recibió un fuerte impulso tras conocerse la operación de EDF, ha languidecido estos meses con el proyecto teórico de fusión, lo que hace a la eléctrica más vulnerable a una opa.

Cambios. Entre lo público y lo privado

El panorama eléctrico de los últimos 30 años ha dado un vuelco. El reforzamiento de la empresa pública Endesa en los primeros Gobiernos socialistas y su privatización con los del Partido Popular son claves para entender los movimientos corporativos que han revolucionado al sector y se han saldado, de momento, con Endesa en manos mayoritariamente italianas.Con un mercado único de la energía en marcha, que propugna la libre competencia en un sector cerrado y libertad de movimiento de capitales, la única barrera legal y efectiva contra la incursión del capital extranjero es el carácter estatal de las empresas. A partir de ahí, el caso de Endesa hizo saltar por los aires el estatu quo, según el cual, no se debían traspasar las fronteras. En Endesa ha sido posible (Enel se ha hecho con el 67% del capital), aunque, eso sí, el Gobierno tuvo potestad para elegir qué extranjera entraba. Lección de Endesa: se pueden comprar eléctricas nacionales con capital disperso, siempre que se tenga dinero; se cuente con el apoyo del Gobierno y con un aliado local.

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