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Tribuna
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Zaragoza, más allá de la Expo

Mañana se inaugura la Exposición Internacional Zaragoza 2008, un acontecimiento que ha dado a la capital aragonesa un extraordinario impulso, asegura el autor, alcalde de la ciudad. Con todo, lo más importante es, en su opinión, la base que se establece para el futuro

Cuando este sábado abra sus puertas la Exposición Internacional Zaragoza 2008 sobre Agua y Desarrollo Sostenible, la capital de Aragón habrá hecho realidad un sueño largamente acariciado en el que confluyen varias aspiraciones profundamente grabadas en el alma de los zaragozanos: conmemorar el bicentenario de los Sitios de 1808 y la Exposición Hispano-Francesa de 1908 como hitos esenciales para la identidad de Zaragoza de los dos últimos siglos; recuperar el Ebro como espacio urbano central y de calidad; solucionar el déficit de infraestructuras de que adolecía la ciudad, y posicionar a Zaragoza en una situación más destacada para afrontar los desafíos del siglo XXI.

Se puede pensar razonablemente que se trata de un conjunto de aspiraciones demasiado ambiciosas para cargarlas sobre los hombros de una Expo. Sin embargo, es algo que en gran medida Zaragoza ya ha conseguido. Evidentemente, el impulso de que la Exposición ha dado a la ciudad ha sido extraordinario, tanto en inversiones como en celeridad de ejecución y, por qué no decirlo, en atrevimiento o confianza en sus propias posibilidades. Pero también es de justicia reconocer que mucha de esa energía, de esas iniciativas de transformación y crecimiento, estaban ya en marcha o latentes en la ciudad. Organizar la Expo ha galvanizado a Zaragoza, pero Zaragoza pudo ganar la Expo porque ya había cogido el impulso necesario para enfrentarse a ese reto.

La capital aragonesa pudo ganar la Expo porque ya había cogido el impulso necesario para enfrentarse a ese reto

Con la lógica prudencia que exige esperar a comprobar el funcionamiento de la Expo, la opinión de los visitantes, el impacto mediático y el desarrollo general de este gran evento, no es arriesgado afirmar que, en todo caso, Zaragoza sale ya extremadamente reforzada de este desafío.

Es una realidad que vecinos y visitantes pueden comprobar desde hace semanas: la ciudad ha cambiado, ha mejorado sus accesos y circunvalaciones, cuenta con nuevos sistemas de movilidad como el tren de cercanías, una red de casi 50 kilómetros de parques a orillas de los tres ríos de la ciudad y del Canal Imperial crea un atractivo cinturón verde para delicia de paseantes y ciclistas. Zaragoza, la nueva y la de siempre, se ha remozado, se ha puesto de largo para la Expo, mostrando que guardaba muchos más encantos de los que el resto de los españoles tenía noticia y de los que muchos zaragozanos sospechaban.

Lo más importante, con todo, es la base que todo ello establece para el futuro. Porque al hilo de la Expo, la ciudad se ha dotado de más y mejores infraestructuras para el turismo profesional y de ferias y congresos. También cuenta con muchos más recursos y atractivos para competir por el turismo urbano y familiar. La economía local se está terciarizando a gran velocidad, con un incremento radical de espacios comerciales y de oficinas de alta calidad. Con la ventaja de estar conectada por el AVE con Madrid y Barcelona, Zaragoza está cambiando como espacio económico y productivo, con un aumento claro del nivel de intercambios, de la movilidad profesional, de la puesta en marcha de nuevos proyectos empresariales.

Esa integración virtual en las dos grandes regiones metropolitanas del país viene acompañada por la conexión por autovía o autopista con el País Vasco y con Levante, consolidando a la ciudad como un nodo de referencia, excepcionalmente conectado, en el centro del cuadrante más desarrollado de España.

Las incertidumbres económicas del entorno nacional e internacional establecen, es cierto, un horizonte con algunas dudas sobre cómo vivirá Zaragoza la post-Expo. En mi opinión, aunque quizás los plazos de recuperación de la actividad inversora puedan ser algo más dilatados de lo previsto en principio, la ciudad cuenta con elementos de actuación suficientes para mantener una perspectiva optimista.

El propio recinto de la Expo tiene un proyecto de adaptación y comercialización para después de 2008 cuyo éxito está prácticamente garantizado (por algo la post-Expo ha sido desde el principio nuestra obsesión permanente). Además, grandes proyectos de inversión como el Plan de Movilidad o la Milla Digital ayudarán a mantener un buen nivel de actividad. La solidez del tejido industrial y de los grandes proyectos de inversión puestos en marcha en los últimos años, como la Plataforma Logística, el Parque Tecnológico del Reciclado o los nuevos centros de ocio y comercio, refuerzan todavía más una visión prudentemente optimista.

Zaragoza está feliz con la Expo, encantada de mostrar su nueva cara al resto de España y del mundo. Es una ciudad confiada, porque sabe qué quiere ser, con qué recursos cuenta y cuáles son sus propias capacidades.

Juan Alberto Belloch Julbe. Alcalde de Zaragoza

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