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Crónica de Manhattan
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Límites para las tarjetas

Algunos inmobiliarios empiezan a confesar que existe una nueva e incipiente tendencia. Los americanos ya no hacen lo imposible por pagar las letras de la hipoteca, lo que les preocupa es poder pagar las facturas mensuales de las tarjetas de crédito y así poderlas mantener en la cartera.

Se están empezando a dar casos de personas que abandonan sus casas, o que las dan por perdidas, porque no pueden hacer frente a los préstamos y el valor de la propiedad está muy por debajo de lo que deben. Pero la tarjeta se intenta mantener como sea posible para seguir tirando y evitar abrir otro frente en su situación financiera.

Y no siempre es fácil.

Ahora que se están cerrando líneas de crédito avaladas por viviendas (para clientes tanto prime como subprime, es decir de bajo y alto riesgo), el dinero de plástico es más necesario que nunca y no deja de usarse. Según los últimos datos de la Reserva Federal, la deuda en tarjetas de crédito alcanzó cifras récord en el primer trimestre hasta alcanzar los 957.000 millones de dólares, un 8% más que en el mismo periodo de 2007.

Pero el dinero de plástico es un arma de doble filo y no faltan analistas que creen que se está creando una burbuja.

Sus tenedores tienen dificultades para pagar sus facturas, ahora que la situación económica se complica. De hecho, según la Fed, la morosidad ha subido un 4,8%.

A la situación económica se une el hecho de que las facturas no sólo reflejan los cargos de los gastos de los titulares sino también altas comisiones o subidas de intereses que pueden llegar a ser de más de dos dígitos porcentuales.

Estos se disparan si se paga con un ligero retraso que no se puede calificar de morosidad (que es cuando el pago mínimo no ha sido abonado por el titular en 30 días) o si se sube el límite de gasto precisamente por esas comisiones. Algunos bancos cobran más intereses en sus tarjetas si el titular ha dejado de pagar o tiene problemas con otras tarjetas. Las asociaciones de consumidores dicen que incluso quienes pagan a tiempo pueden sufrir subidas de intereses y comisiones escondidas.

Para complicarlo más aún, esta semana, la revista BusinessWeek publica que la mayoría de las disputas de los consumidores con los emisores de tarjetas se suelen resolver en contra de los titulares. Estas pugnas se ventilan, normalmente, en un arbitraje privado en el seno de la mayor firma de este tipo del país, el Foro Nacional de Arbitraje (NAF, en sus siglas en inglés) y que según los testimonios que cita la revista son como unos cobradores de deudas. En California, las disputas ante la NAF se resuelven en un 99,998% a favor de los acreedores.

La Reserva Federal y el Congreso llevan tiempo queriendo poner límites a este campo y el mes pasado la autoridad monetaria puso en circulación una propuesta de regulación que esencialmente limita las subidas de los intereses, acaba con ciertas comisiones y prohíbe o modifica algunas prácticas de cobros. Es la primera vez en 20 años que se prohíben prácticas habituales en un sector.

La banca no ha recibido la regulación, que entrará en vigor a final de año, con los brazos abiertos. Un portavoz de la Asociación Americana de Banqueros aseguraba que la propuesta respondía a ciertos problemas pero que crearán otros que encarecerán el dinero de plástico. ¿Una preocupación más para Bernanke?

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