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Crónica de Manhattan
Crónica
Texto informativo con interpretación

A Joe no le salen las cuentas

Quedarse en casa es una opción cuando hay vacaciones. No es atractiva pero parece que es la que no han tenido más remedio que elegir muchos estadounidenses este largo fin de semana (hoy se celebra Memorial Day). Las previsiones apuntaban que habría menos pasajeros en los aviones (un 0,5% menos que el año pasado) y en los coches (un 1%) en esta escapada.

¿Por qué? La cartera.

Los americanos están sintiendo el aguijón de la inflación y la presión financiera y a muchos no les salen las cuentas.

Desde que se levanta hasta que se acuesta, Joe, que es como se conoce al americano medio, paga por casi todo más que hace solo un año.

El café de la mañana le cuesta a Joe un 8,9% más que el año pasado y la leche con el que lo corta un 13,5% más. Si tiene tiempo para los huevos revueltos entonces debe pensar en pagar un 30,5% más por ellos.

Ir al trabajo también se ha encarecido. La gasolina vale un 21% más y llenar el depósito del Honda Accord cuesta 72 dólares, 12 más.

Con este panorama y teniendo en cuenta que el combustible seguirá subiendo, más y más Joes y Janes dejan el coche en el garaje y esperan el metro, autobús o el tren para ir a trabajar. En ciudades con buen transporte público el número de usuarios ha subido un 4% y, desde luego, en Nueva York se nota mucho. La otra opción es el car pooling, es decir compartir coche con los vecinos. La gasolina es ya tan cara que Chrysler ayuda a pagarla en los coches que venden y Hotels.com da un tique de 50 dólares para gasolina si se reservan con ellos tres noches.

El almuerzo también sale más caro. El pollo cuesta un 4,6% más que en 2007 y por la ensalada de frutas hay que pagar un 5,9% más. Si el pollo se come en bocadillo, hay que sumar un pan que ha subido un 14%.

El tiempo de ocio exige también más de la cartera. Una entrada para el cine costaba en Nueva York 10 dólares el año pasado y ya está por encima de 11 en muchos cines. A Joe y Jane les costará unos 44 dólares llevar a sus dos hijos al estreno de Indiana Jones.

Cenar en un restaurante de moda está un 11% más cara que hace un año en esta ciudad. Dentro de poco la gente sacará las revistas del horno (que es para lo que algunos usan este electrodoméstico en Manhattan) y empiecen a usarlo. Ya se nota más tráfico de carritos en supermercados de descuento como Costco.

Todas estas son estadísticas del Gobierno y de Merrill Lynch una firma de inversión cuyos analistas creen que la inflación y no el crecimiento a nivel global lo que está dirigiendo la economía a nivel macro. 'El shock inflacionista ya ha pasado', decía el jueves el economista jefe de EE UU, David Rosenberg. 'Ahora lo que importa es cuan persistente es este shock y cómo van a reaccionar las autoridades'. 'Lo que nos preocupa es que no hay una respuesta global', lamentaba. Con todo, Rosenberg no dejaba de ver la botella medio llena y señalaba que aparte de los alimentos y el transporte, hay signos deflacionistas. La ropa y los coches nuevos cuestan un 1% y un 1,3% menos respectivamente, las televisiones se han abaratado un 17,2% y los juguetes un 5,3%. Los muebles están un 2% más baratos pero se ha encarecido el envío a la casa del comprador.

Las cuentas se completan mirando a la cartera de Joe. Según los datos del Gobierno, como media los americanos ganan semanalmente un 3,1% más que en abril de 2007. Ajustado a la inflación, un 0,8% menos.

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