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Columna
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Crédit Agricole se deja de aventuras

Crédit Agricole se la juega a lo seguro pidiendo a sus accionistas que suscriban una ampliación de acciones de 5.900 millones de euros para cubrir las pérdidas por sus inversiones en hipotecas subprime. El banco francés, siempre serio, se alejó demasiado de sus raíces humildes y se involucró muy rápido en finanzas exóticas. Terminó como el más expuesto de los tres bancos galos víctimas de las subprime, con más de 4.000 millones de euros en provisiones en 2007.

Ese nuevo capital debe alzar el cociente de Agricole hasta un ratio de capital del 6%. El banco tiene por objetivo una tasa del 8,5%, lo que lo colocaría a la cabeza de los bancos europeos. Agricole dice que le serviría para protegerse contra imprevistos desagradables a lo largo de este año.

Los accionistas tienen razones para estar molestos por la ampliación de capital. Las nuevas reglas de Basilea II obligarán al banco a sacudir los mercados con otros 3.600 millones de euros en acciones preferenciales a finales de año. Pero la estructura mutualista del banco hace que los bancos regionales, que poseen el 55% de la entidad financiera, no tengan mucha opción. Pueden sentirse satisfechos con que Crédit Agricole haya decidido parar su plan y no pagar el dividendo en acciones.

Las cajas regionales y otros accionistas también deben calmarse visto el esfuerzo realizado por Agricole para reestructurar Calyon, su banco de inversión que hace tiempo que agoniza. Marc Lizler, el director ejecutivo, se está quemando. Le ha tocado pagar el pato por Calyon, con una exposición neta de 21.000 millones de euros en monolines. Pero fue él quien apostó erróneamente en medio del vendaval.

El lema de Agricole ahora es volver a los básicos. Eso quiere decir reducir costes y centrarse en su core business: servicios financieros, banca comercial y asesoría. Dice que le devolverá el capital perdido en banca de inversión. También es posible que anuncie un programa de venta de activos, una vez que ofrezca resultados, a finales de esta semana.

Por Pierre Briançon

Rima asonante

Hewlett-Packard ha dedicado los últimos años a digerir su fatídica toma de control en Compaq. Ha llevado tiempo -y ha supuesto el despido del arquitecto del acuerdo- pero su director ejecutivo, Mark Hurd, ha logrado resolverlo. Ahora la compañía de ordenadores e impresoras acaba de informar de que está cerca de comprar la compañía de tecnologías de la información EDS por 13.000 millones de dólares. Históricamente es difícil que se tropiecen en la misma piedra: aunque aventurada, una diversificación así lo convertirá en una compañía más estratégica y de mayor olfato financiero.Combinar ambas firmas ahorraría costes. Habría un recorte de plantilla. Y mezclando ambas compañías algunos puestos de trabajo pueden deslocalizarse hacia lugares de bajo coste. Puede que incluso genere nuevos contratos, si la compañía resultante elige invertir en nuevos consumidores.Si HP paga alrededor de 13.000 millones de dólares, eso representaría una prima del 37%, o 3.500 millones de dólares para los accionistas de EDS. En ese sentido, la operación tendría sentido y la prima se podría justificar si se consigue reducir su gasto en 500 millones de dólares. Lo cual no sería muy difícil. Sin embargo, las compañías de servicio de IT disponen de poco capital y sus principales valores estriban en sus recursos humanos y sus marcas. Si los directivos de los dos grupos no se llevan bien se arriesgan a perder talento y, por ende, el prestigio de sus marcas.Ese riesgo es real. Hay quien discute las dificultades de gestión provocadas por la entrada de HP en Compaq. Sus márgenes en servidores y ordenadores -el pan y la mantequilla de Compaq- aumentaron considerablemente desde que Hurd sustituyera a Carly Fiorina al frente de la compañía. Ya se verá si HP consigue repetir lo bueno de la adquisición de Compaq sin incurrir en lo malo.Por Robert Cyran

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