Impaciencia, ansiedad y segundas partes
Juan Carlos Cubeiro analiza la trayectoria y los malos hábitos de Bernd Schuster, y explica qué conductas, a pesar de haber ganado la Liga, debería modificar para ser el entrenador que el Real Madrid necesita
Es bien sabido que las segundas vueltas de los equipos entrenados por Bernd Schuster no han ido como las primeras. Después de foguearse con el Fortuna y el Colonia, dos equipos alemanes, aterrizó como coach en la liga española con el Xerez. Consiguió 39 puntos en la primera vuelta, lo que suponía un ascenso casi seguro, y 27 en la segunda, quedando a tres puntos del tercero, que ascendió a primera división. Emigró a Ucrania a entrenar al Shakhtar, pero fue despedido después de 23 partidos. Volvió a España, al Levante, en primera división: estuvo en zona champions en las jornadas 10 y 11, en zona UEFA hasta la 14 y se desfondó. Schuster salió del equipo tras la jornada 34, a cuatro puntos del descenso. Finalmente perdió la categoría. Fichó por el Getafe, y de nuevo inicio excepcional: puestos de liga de campeones durante diez semanas, siendo líderes en tres de ellas. El equipo del sur de la capital acabó noveno. La historia de esta temporada es bien conocida. El Real Madrid ha llegado a ser el equipo con mejores números de Europa hasta las navidades, pero en lo que va de 2008 ha sufrido sonadas derrotas en partidos, aunque ya es el ganador de la presente Liga.
¿Por qué ocurre esto? Schuster ha sido un futbolista admirable, el único que ha jugado en el Barcelona, el Atlético de Madrid y el Real Madrid, con un físico imponente, que impacta, con la seguridad de la cultura alemana, con ciertas ideas, pero parece que se desinfla, se aísla, se enfada. Cuando esto ha ocurrido tantas veces, no puede ser fruto de la casualidad. Si yo fuera su coach estratégico (algo que nadie sabría, porque los procesos son confidenciales por definición), probablemente lograría (como un espejo, porque la acción es resultado del compromiso del pupilo) de Bernardo conductas como las siguientes:
-Analizar autocríticamente cada situación. Para ello, el DAFO (análisis de debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades) es una herramienta esencial. Probablemente de forma involuntaria, Schuster tiende a 'echarle la culpa al empedrado'. Ha responsabilizado de las derrotas a los árbitros (para presionarles, como ha reconocido); a los periodistas deportivos (ha llegado a decir: 'Me gustaría poder criticar a todo el mundo sin saber nada o casi nada'); al director deportivo (no se hace responsable de la confección de la plantilla, en la que se han invertido más de 150 millones de euros), y a los jugadores (dice que no le hacen caso). El lunes 24 abandonó la ciudad deportiva sin dirigir la palabra a sus futbolistas. Según Robben, 'justo después de los partidos el míster casi nunca habla con nosotros'. Un buen entrenador debe dar reconocimiento en caliente, a lo concreto, para mejorar. Si no, va minando confianza en todas las personas a su alrededor.
Schuster no se divierte, y eso es grave, aunque los errores propios los disuelvan los fallos de los equipos rivales
-Aprovechar la cantera. El 80% de las empresas más admiradas del mundo realiza promoción interna. La fábrica, donde se forjan las categorías inferiores del club blanco, ha dado 59 jugadores que están hoy en primera división (en 17 equipos) y ocho en seis ligas del extranjero, y Arbeloa y De la Red, que han ido a la selección, son los dos últimos casos de canteranos notorios. El Barça ha dado 24 y Osasuna, 21. En Europa le siguen el Metz (29) y el Mónaco (26). En su equipo, Casillas, Raúl y Guti son la médula espinal. Los que se han quedado (Soldado, Balboa y Codina) no juegan.
-Favorecer la estabilidad. Schuster no tiene un esquema claro. Por eso sus decisiones no transmiten seguridad. ¿Diarrá o Gago? ¿Heinze, sí o no? ¿Qué pasa con Soldado, Higuaín, Saviola? ¿Robinho y Pepe en el banquillo? Son dilemas no resueltos. Es mejor apostar por un modelo claro que dar bandazos.
-Reaccionar durante el propio partido. Cuando su equipo va perdiendo, no hace los cambios adecuados. Se bloquea. Debería combatirlo con la preparación de escenarios, del qué hacemos si. Eso de 'hemos jugado bien, pero hemos perdido' es una trampa de la mente: no sirve para nada. Churchill solía decir: 'Por bonita que sea la estrategia, de vez en cuando deberíamos mirar a los resultados'.
-No hace equipo. En un momento dado, se la juega todo a Robinho. O a Sneijder. O a Van Nistelroy. O al capitán o a Guti. Schuster no da valor al equipo en su conjunto por falta de estabilidad, de filosofía y de mejora continua. Las posibles sinergias se van perdiendo a lo largo de la temporada.
El resultado de todo ello es que aumenta la impaciencia, hay que ganar como sea, sin una base sólida y la angustia (de angostura, dolor o sufrimiento). El deporte rey, como todo juego, y en realidad, como en toda actividad humana, es para disfrutar, para fluir. Para embarcarse en un reto apasionante y elevar las capacidades del equipo hasta conseguirlo. Bernd Schuster no se está divirtiendo, ni en la preparación de los partidos, ni en el campo de juego, ni en las ruedas de prensa. Y eso es grave, aunque los errores propios los disuelvan los fallos de los equipos rivales en la liga.
¿Es Schuster entrenador para un equipo grande, como es el Real Madrid? Puede serlo, si él quiere (el desarrollo siempre es cuestión de voluntad, y no puede lograrlo él solo). No lo será, si sigue con estos malos hábitos, involuntarios, pero reales. Del propio Bernd dependerá el derrotero del éxito o el del fracaso. Es el libre albedrío. Y tiene tiempo, si lo trabaja. Es la grandeza de la naturaleza humana.
Juan Carlos Cubeiro. Director de Eurotalent