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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Responsabilidad ante la crisis

La economía española ha transformado la sociedad en los últimos 20 años: la industria pesada y la fuerte presencia agrícola de los ochenta han desaparecido, y han surgido con fortaleza nuevas manufacturas con categoría de potencia mundial, empresas de gestión de servicios de envidiable eficiencia internacional y una actividad boyante en servicios financieros o de telecomunicaciones con marchamo planetario. El empleo se ha duplicado desde que España ingresó en la UE y se ha beneficiado como nadie de las virtudes de la moneda única, que ayer cumplió 10 años desde su punto de partida. El progreso de España ha sido posible por la contribución de todos los agentes, que han aplicado criterios de moderación en la determinación de costes y que han funcionado como el mejor multiplicador del progreso.

En la festividad del 1 de Mayo celebrada ayer en todo el mundo, la reivindicación volvió a primer plano. La denuncia de las fuertes subidas de los precios de los alimentos fue el hilo conductor en los países emergentes. Y en España, en un acto cada año más festivo y más alejado de la reivindicación social, los sindicatos volvieron a marcar su territorio ante la llegada de una fuerte desaceleración económica que está pasando ya facturas en términos de empleo.

Es lógico que los sindicatos no quieran que el ajuste de la crisis sea a costa de los salarios y que se aferren a las cláusulas de garantía salarial, amén de solicitar nuevos avances del salario mínimo interprofesional. Una negociación tras otra, en los últimos lustros, las centrales han aceptado la moderación salarial que ha sido determinante para mantener la bonanza económica y, especialmente, para doblar el número de ocupados, hasta superar los 20 millones. Las cláusulas de revisión se han convertido en un seguro que garantiza del poder adquisitivo para muchos trabajadores. Incluso, en algunos casos, han servido para aumentarlo si la productividad lo permitía.

Pero la situación ha cambiado y uno de los retos de la economía es evitar que se desate una espiral inflacionista por los efectos de segunda ronda en los salarios derivados de las subidas de la energía, sobre la que el BCE y el Banco de España han advertido. Establecer cláusulas que garanticen subidas del 3% cuando la inflación está en el 2% tiene sentido económico y admite el sello de moderación. Pero, con inflación en el 4,5%, garantizar subidas del 5,5% no tiene tal sentido, porque la espiral inflacionista está servida.

Una vez más, es preciso que sindicatos, empresarios y Gobierno, cada uno en su responsabilidad, den muestras de madurez y se ciñan a la situación económica. España pierde empleo cada día y las manos de todos deben ponerse a la obra de inmediato. Los sindicatos recuerdan, con buen criterio, que sus esfuerzos deben estar correspondidos por los regulatorios y los corporativos para que se proteja a los perdedores de esta crisis. Pero también para que se cambie el modelo productivo y se consoliden actividades poco explotadas que tienen un efecto multiplicador sobre el crecimiento. Infraestructuras, tecnología, investigación, formación a todos los niveles, fomento a la iniciativa emprendedora y exportadora... Dimanizadores necesarios de la productividad, en suma.

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