Emergentes o ya emergidos
La alarmante subida de los precios del los alimentos básicos tiene un motivo de fondo: la mayor demanda por parte de los países emergentes. Como han sido también los emergentes los máximos responsables del aumento de los precios del petróleo y de otras materias primas como el mineral de hierro.
Los mercados emergentes, con China a la cabeza, han sido el sostén del equilibrio económico mundial de los últimos años, roto cuando se rompieron las tensas líneas de crédito de los estadounidenses de clases bajas. Un equilibrio en el que estos países actuaban a la vez de prestamistas y proveedores, y cuyo concurso en el control de precios fue fundamental para la etapa de crecimiento sin inflación de 2003 a 2007. De países emergentes proceden los capitales que están salvando la banca, anglosajona sobre todo, y también empresas como Mittal, Tata, Vale do Rio Doce o la legión de compañías chinas que lideran los rankings de capitalización.
Quizá la palabra se haya quedado algo anticuada. Quizá más que de mercados emergentes toque hablar de mercados emergidos. No son los débiles mercados de 1994 a 1998, cuando los capitales huían tras la menor turbulencia. Al contrario, ahora los capitales huyen de los mercados desarrollados. Además, se trata de mercados que, en líneas generales, pueden crecer de forma independiente: el 49% de las exportaciones de los mercados emergentes va a otros mercados emergentes. Sólo el 18% a Estados Unidos.
Obviamente, estos mercados pueden sufrir y de hecho han sufrido las turbulencias financieras originadas en los países presuntamente desarrollados. Todo lo dicho anteriormente no sirve para nada frente al poder del mercado para hacer cumplir sus propios temores. Pero los mercados emergentes de ahora son profundamente diferentes de aquéllos a los que la mayor parte de los bolsistas estaba acostumbrado.