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Columna
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Ericsson no canta victoria

Hay que mirar con lupa las buenas noticias sobre Ericsson. Los inversores albergaban pocas esperanzas respecto de los resultados de la teleco sueca en este primer trimestre del año. Pero el mercado se vio sorprendido por unas cuentas que superan todas las expectativas. Ericsson incrementó sus ventas un sorprendente 25%. No obstante, teniendo en cuenta los beneficios anunciados, la teleco vale aproximadamente la mitad que el pasado año, por lo que existen motivos de sobra para tomar precauciones.

Antes que un vítor, esto parece un grito de auxilio. El margen bruto del grupo, en el 9,7%, lo coloca en una cómoda posición de cara a futuro. Su división de internet, responsable de sus ganancias en el pasado, cae. Incluso así, las acciones de Ericsson tienen todavía recorrido, ya que sus márgenes se sitúan a la mitad del nivel al que se encontraban en el mismo trimestre del pasado año, a pesar de un incremento del 5% en las ventas.

De hecho, los problemas no han terminado para Ericsson. El margen caerá del segundo al tercer trimestre del año. Y, a pesar de que su negocio de infraestructuras vive buenos tiempos gracias a la fuerte demanda de mercados emergentes como el indio, la explotación de nuevas redes es menos rentable que las ventas de reemplazo y el mercado europeo permanece débil.

La inflación es otro asunto. El dólar ha caído un 8% con respecto a la corona sueca desde el inicio de año. Aunque Ericsson tiene sólo una exposición del 50% al dólar, las coberturas están retrasando que el perjuicio sea global. No es bueno que los inversores confíen en una rápida recuperación ni que Ericsson pueda alcanzar de nuevo cotas anteriores. Aguijoneado, su director ejecutivo, Carl Henric-Svanberg, rechaza ofrecer previsiones ni para este trimestre ni para lo que resta de año. Las moderadas expectativas del sector ejecutivo es una señal para no entusiasmarse. Por Una Galani

Un asunto italiano

Podría la reavivada llama de Italia con Rusia permitir a Gazprom la primera gran inversión en Europa Occidental? Enel, la eléctrica italiana, está considerando vender una interconexión de gas que podría encajar bien con la declarada intención del monopolio ruso de adquirir activos de distribución en Europa. Teniendo en cuenta la Putinmanía de Silvio Berlusconi, un acuerdo ruso-italiano podría ser considerado natural.Enel tiene una íntima y lejana relación con Gazprom. El año pasado, la italiana ayudó a Gazprom a comprar algunos activos de Yukos, después de la bancarrota ordenada por el Kremlin de la compañía petrolera rusa. Enel, junto con el grupo petrolero italiano Eni, acordó entonces otorgar a Gazprom una opción de compra en aquellos activos. La maniobra ayudó a proteger al gigante del gas ruso de los molestos pleitos de las leyes internacionales. Por separado -o quizá no tan separado- Enel invirtió el año pasado 2.600 millones de euros en la compañía energética rusa, y acordó ayudar a Gazprom en el mercado italiano.El deseo de Gazprom por los activos en el exterior parece no encajar con la necesidad de la compañía de revertir las retrasadas inversiones en producción y exploración. Pero Gazprom quiere llegar más cerca de sus consumidores finales, y puede que extienda su influencia político económica.Gazprom se ha mantenido a distancia de la belga Distrigaz, la cual la utility francesa Gaz de France-Suez ha puesto en su punto de mira. Probablemente porque una oferta podría haber conducido a una feroz oposición política. El presidente italiano, Silvio Berlusconi, podría propiciar que el asunto resultara más amistoso.Pero aunque el Estado italiano posea el 30% de Enel, ni siquiera Berlusconi es capaz de inducir un acuerdo armonioso con Gazprom. La conexión de gas italiana es un activo caliente -debido a la escasez de las conexiones de distribución-. Gazprom es rico, pero otros potenciales pretendientes -la francesa EDF y Gaz de France o la alemana Eon- no son pobres tampoco. Gazprom podría proponer un intercambio de activos, pero esto no haría mucho por rebajar la deuda de Enel, el propósito de la venta.Los accionistas privados de Enel no quieren dejar marcharse fácilmente a la compañía con un ofertón. Por tanto, si Gazprom verdaderamente quiere poner un pie en Europa, parece que tendrá que pagar un precio justo, es decir, alto. Por Pierre Briançon

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