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Columna
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El plan de Zapatero

La desaceleración de la economía española toma velocidad. Incluso, el Gobierno, que ha insistido en que el PIB sólo se rebajará ligeramente -del 3,8% en 2007 al 3,1% en 2008- se prepara ya para recortar sus previsiones de crecimiento. El plan de estímulo a la economía que inyectará 10.000 millones de euros es más apropiado para salvar un bache que para reconducir la situación tal como está.

Es cierto que la economía española pasa por un bache. Los analistas pronostican un crecimiento de entre el 1,5 y el 2,98% en 2008, mientras que las noticias hablan de inmobiliarias que se van al garete y del precio de la vivienda cayendo por primera vez desde 1997, que además continuará bajando por la superabundancia de inmuebles sin vender. Hasta 2010 el mercado no estará en disposición de absorber las cerca de 650.000 viviendas vacías, dice Goldman Sachs.

El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero se encuentra en una posición excelente para manejar una desaceleración temporal. Disfruta de un superávit equivalente al 2% del PIB de 2007. Las nuevas medidas -incluida la devolución fiscal por valor de 6.000 millones de euros, el recorte de impuestos, las inversiones en infraestructuras, los planes de pensiones y las ayudas a los consumidores con dificultades de hacer frente a créditos- colocan 10.000 millones de euros, alrededor del 0,9% del PIB.

Retrasar el ingreso fiscal y acompañarlo de un estímulo a la economía es una combinación que éste o el próximo año arrastrará al Gobierno español hasta una situación de déficit, aunque todavía no es para alarmarse. España goza de mayor fortaleza fiscal que Estados Unidos o Reino Unido, que también tienen que hacer frente a turbulencias.

Por desgracia para España, sus problemas persistirán. Sobre todo por tratarse de un país cuyo modelo de crecimiento se ha sostenido sobre el sector de la construcción, con mucho capital extranjero. A medida que la restricción de créditos fue extendiéndose de manera global, España tuvo que enfrentarse con la certeza de que el turismo y la construcción no son suficientes para cimentar un país fuerte a futuro. El Gobierno aún puede manejar una ralentización como ésta. Se lo puede permitir. El reto pasa por rebajar su dependencia del sector inmobiliario. Parte del cambio vendrá del sector privado, pero el Gobierno también tiene un papel que jugar. Implementar reformas parece más doloroso que extender cheques.

Por Fiona Magarg-Bravo

BANCO DE INGLATERRA

El Banco de Inglaterra (BoE) está susceptible, con razón, porque su plan de urgencia de 50.000 millones de libras (62.500 millones de euros) de liquidez para los bancos ingleses se está valorando como un 'salvavidas'. Pero un salvavidas es lo que es, y éste es el mayor que el BoE ha afrontado desde los 70. El regulador ha acordado canjear los dañados créditos de tarjetas de crédito e hipotecas por Bonos del Tesoro durante los próximos tres años. Aunque están estructurados como swap con un propósito más de marketing, la ayuda sirve para bombear dinero al sistema y ayudar así a rebajar el tipo interbancario y a aumentar los créditos.

La buena noticia es que hay suficiente salvaguardias en la operación para asegurar que los contribuyentes no estarán demasiado expuestos y que los bancos no se vayan de rositas. El nivel de colaterales exigido es el mismo que el Banco de Inglaterra pide para sus subastas a tres meses. Aceptará activos con un descuento de hasta un 22%, según el vencimiento.

El acuerdo trata de animar a los bancos a mejorar los préstamos en el interbancario. Esas facilidades implican un sobrecoste de penalización a medio camino entre el Libor, al que actualmente se prestan los bancos , y el porcentaje del colateral al cual pueden obtener los bonos públicos.

Si el plan es suficiente para incrementar la liquidez en el interbancario ya se verá. El BoE quiere que todos los bancos hagan uso de la medidas para reducir el estigma. Ha dicho que aumentará los 50.000 millones de libras si hay suficiente demanda. También se permitirá a los bancos cambiar por bonos las hipotecas suscritas antes de diciembre de 2007. Aún así, los colaterales exigidos no son los que esperaban los bancos.

El plan supone un riesgo para los contribuyentes porque el Tesoro tiene que respaldar al Banco de Inglaterra. Mientras que permita al BoE declarar que el colapso de su mercado se deriva de los problemas de EE UU, los traders europeos seguirán considerando que las hipotecas inglesas son arriesgadas. Además, el plan no es tan obvio, pues fomentar los créditos en un mercado con alta inflación es la manera más rápida de que las crisis termine con los precios desorbitados.

Por Simon Nixon

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