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Secretos de despacho

Mucha marcha en Intercontinental

A Christophe Laure le gusta la velocidad y tiene como meta elevar el nivel del hotel.

Llegó hace un par de meses al hotel Intercontinental de Madrid y ya se ha hecho popular, sobre todo entre su equipo. 'Le gusta que demos ideas, que nos involucremos en el proyecto. Es un soplo de aire fresco', comentan en la entrada del establecimiento algunos empleados. La llegada de Christophe Laure, nacido en Niza (Francia) hace 41 años, no ha dejado indiferente a nadie. Le gusta conversar con los clientes y, por supuesto, con el equipo. 'En un negocio como el nuestro dedicado al servicio de lujo, la plantilla es fundamental. Sin un equipo profesional, que no tenga conocimientos de este sector, no se puede llevar adelante este negocio', señala Laure. Quiere ideas nuevas para elevar el nivel de este hotel de lujo.

Parece cómodo y contento de haber aceptado el cargo de director del hotel. 'Me siento orgulloso porque somos una cadena preocupada por los clientes y que está a la vanguardia de todo aquello que demanda', afirma. Alaba la fuerza corporativa que tiene detrás. Y, como ejemplo, asegura que la cadena acaba de renovar medio millón de camas en los 3.900 hoteles que tienen repartidos por el mundo. 'No había ninguna queja, pero un estudio nos apuntaba cómo querían las camas los clientes. En este sentido, los ejecutivos de este grupo nos parecemos a los pilotos de Fórmula 1, que cuando entran en boxes les cambian las ruedas, les ponen combustible, nos dan formación y nos dicen cuáles son los estándares de calidad de los hoteles. Es un gran apoyo'. Laure tuvo clara su vocación por el sector hotelero desde pequeño. 'Me encantaba poner la mesa, recibir a los invitados cuando mis padres ofrecían en casa una cena, preparaba el postre. Era un raro dentro de la familia, pero sabía cuál era mi camino'.

Aunque nunca aspiró a tener un cargo directivo porque su máxima en la vida ha sido siempre la búsqueda de la felicidad, lo cierto es que lleva más de 14 años ocupando puestos ejecutivos, incluyendo la dirección general, de ventas y marketing. 'Tengo diez años de experiencia en esta última disciplina y creo que el grupo Intercontinental me ve como un ejecutivo capaz de realizar el posicionamiento de una marca y elevar las ventas'. También asegura que su estilo de dirección no es de ordeno y mando. 'Suelo ser bastante próximo a la gente, pero huyo del paternalismo. Lo bueno es encontrar un equilibrio y estoy interesado en asuntos como la inteligencia emocional'.

'Los que trabajamos en un hotel somos gente sencilla, apasionada y sobre todo con sentido común'

Por ello, la razón que alega no es otra que la esencia del sector: 'No somos médicos ni astronautas, la gente que trabaja en un hotel es sencilla, apasionada con lo que hace y sobre todo debemos tener mucho sentido común'. Trabaja una media de 14 horas al día, cifra que considera excesiva porque el trabajo se puede hacer en menos tiempo, pero su dedicación la achaca a la pasión con la que hace su trabajo. Reparte su jornada, a partes iguales, entre su equipo de colaboradores y los clientes. 'Mi función es sobre todo de relaciones públicas. Además, no me gusta estar encerrado en el despacho, soy bastante inquieto'. Esa inquietud le ha llevado a cambiar de lugar de trabajo, es decir, de hotel, cada dos años. Pero, en este caso, le ha hecho la promesa a su familia de permanecer en el mismo lugar, al menos cuatro o cinco años.

'El grupo siempre ha creído que mi punto fuerte era posicionar hoteles y cuando he realizado el cometido, he cambiado de lugar, pero ahora en España todo es diferente porque mi mujer es española y mis hijos se sienten muy bien aquí'. No es su primera experiencia laboral en este país. Anteriormente fue director de ventas y de marketing del Hotel Intercontinental Princesa Sofía de Barcelona.

Su currículo destaca por su carácter internacional: Francia, Malta, Omán o Jordania, son algunos de los países en los que ha desarrollado su carrera. Su trayectoria está marcada por la velocidad, algo sin lo que no puede vivir. 'Me gusta que todo suceda de manera rápida en mi vida y en el trabajo. Es la única manera de que las cosas sucedan'. Apenas le han bastado dos meses para haber insuflado energía al madrileño hotel.

Los libros de cabecera

Ha decorado el espacio en el que trabaja con detalles personales, que le hacen la vida más agradable. A lo largo de su trayectoria. Laure siempre se ha rodeado, además de fotos de familia, de varios libros de cabecera, que consulta constantemente y que tiene subrayados. Entre ellos, el libro Larousse Gastronomique, 'que permanece conmigo desde hace 20 años y con el que disfruto mucho'. También tiene una obra escrita por el brasileño Carlos Ghosn, presidente de Nissan y de Renault, y una de las trayectorias más apasionantes y brillantes del sector automovilístico. Y un volumen sobre el pensamiento de Nietzsche.En su mesa de trabajo tiene otro libro, del que no se separa, First, break all the rules, un tratado en el que varios ejecutivos cuentan sus recetas para ser innovadores y hacer las cosas de manera distinta. 'Y hacer el trabajo de forma diferente tiene que ver con preguntarle a los empleados qué necesitan para estar confortables en su trabajo'. Sobre una mesa decorativa descansa una diminuta réplica del casco del fallecido piloto, Ayrton Senna, al que 'admiraba profundamente'. Y una reproducción de un coche de Fórmula 1 y de una moto Harley Davidson. 'Me encantan estas motos, creo que, como Intercontinental, son un icono, un estilo de vida'. Lo que necesita a diario es correr, mejor si es al aire libre, 'porque expulsas adrenalina y se entra en una situación de euforia necesaria para afrontar todo en la vida'.

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