Y la Bolsa, como si oye llover
Se da la circunstancia, a estas alturas de la película, de que los indicadores macroeconómicos son cada vez peores, mientras que los resultados empresariales, aún siendo malos, de cuando en cuando dan alguna sorpresa positiva. Y sucede que los inversores están muy pendientes de lo que dicen las empresas, y ya puede arder Troya en el campo macroeconómico, que si Johnson & Johnson supera sus previsiones de beneficio, las Bolsas automáticamente toman la senda alcista. Aunque sea flor de un día.
Lo que cabe preguntarse es si lo que reflejan las Bolsas en estos momentos se ajusta al escenario que han pintado algunos gurús de las finanzas, como Soros, Buffet o Greenspan, según los cuales estamos ante la peor crisis financiera desde los peores tiempos del siglo XX, ya sea la Gran Depresión o la II Guerra Mundial.
Es cierto que las Bolsas no viven su mejor momento, como lo es que en algún momento de los últimos meses han sufrido alguna jornada de pánico que pasará a la historia. Pero a estas alturas del año el Ibex pierde un 10% de su valor; un 10% después de una subida del 151% en los últimos cinco años. El S&P 500 no llega al 8% de caída en 2008.
Y todo en un escenario económico que se va ennegreciendo conforme pasan los días; con rebajas de perspectivas económicas, repunte de inflación y máximos del euro y el petróleo, día sí, día no. A lo que hay que añadir un mercado de crédito que sigue seco, así como las sucesivas provisiones de la banca por su exposición a las hipotecas subprime.
¿Qué le pasa a la Bolsa? Porque nadie parece dar un duro por su evolución a medio plazo pero, mejor o peor, los índices aguantan como jabatos; al menos dado el escenario que pintan los indicadores económicos. Todo ello en un contexto de mercado de bajo volumen de negocio. Porque eso sí que está claro: quizás no sea fácil explicar por qué las Bolsas mantienen el tipo, pero sin duda no es gracias a los grandes inversores; esos sí que están fuera, por lo menos hasta que se clarifiquen las cosas.