Cazatalentos para elegir ministros
Al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se le ha encomendado la tarea de formar un equipo que dirija el destino de todos los españoles durante los próximos cuatro años. Una enorme responsabilidad, que no se puede ni se debe improvisar. Mucho me temo que Rodríguez Zapatero, al igual que han venido haciendo sus antecesores en el cargo, elegirá a aquellos debutantes él mismo, sin haber realizado antes un exhaustivo examen de sus expedientes académicos y profesionales de los candidatos. Pero sobre todo, lo hará sin haber contrastado esa información, sin haber pedido informes sobre la productividad, las habilidades de comunicación, la empatía profesional, la capacidad para trabajar en equipo y sobre todo su capacidad para resistir todos los embistes que tendrá que sortear a partir de su nombramiento.
La elección, llevada en riguroso secreto, la hará por afinidad, por simpatía o porque haya que compensar a alguien, pero no se pondrá en manos de ninguna empresa de servicios profesionales o cazatalentos, con el fin de que le asesoren sobre cuál es el perfil idóneo para cubrir las distintas carteras. Deberían ser profesionales acreditados en la disciplina que se les va a encomendar, sobre todo para evitar que el ministro de turno haga el ridículo por desconocimiento del sector en el que ha de moverse. Y lo peor, en el caso de que lo haya, es el baile de un ministro de una cartera a otra. Si para la elección de un primer ejecutivo de una gran compañía, los headhunters tardan meses en encontrar al candidato idóneo, ¿cómo es posible que, en apenas un mes, un presidente del gobierno sea capaz, por sí mismo y sin la ayuda de nadie, de formar equipo de gobierno? Una habilidad insólita, pero nada admirable, ya que deberían comenzar a replantearse la profesionalización de la elección de los ministros. Aunque suene extraño, dirigir España no es un asunto baladí. Se trata de la primera gran compañía del país, y sus miembros deben estar bien elegidos. De nada sirve argumentar que el presidente del Gobierno ha de estar rodeado de gente de confianza. El presidente de una compañía, cuando elige a su consejero delegado, procura que, además de confianza, sea una persona de probada solvencia. Amancio Ortega fichó a Pablo Isla como primer ejecutivo de Inditex a través de una empresa de cazatalentos. La confianza la ganó con el tiempo. La profesionalidad estaba probada.