La extraña moral del presidente de Bear Stearns
Jimmy Cayne no ha querido esperar más. El que fuera consejero delegado de Bear Stearns desde 1993 hasta enero de 2008 y desde entonces presidente del consejo, comunicó el jueves a la SEC que el martes había vendido todos sus títulos en el banco de inversión.
La operación se produjo apenas un día después de que JPMorgan quintuplicara hasta 10 dólares por acción la oferta de compra del banco tutelada por la Fed. Cayne, que siguiendo la tradición de Bear ha sido indemnizado sobre todo con títulos y llegó a ser el segundo mayor accionista (con el 4,9%), se deshizo de 5,6 millones de acciones a un precio de 10,84 dólares. El precio varía con la cotización de JPMorgan, pues el acuerdo de compra estableció que pagarían con acciones.
Cayne, de 74 años, ha conseguido así asegurar 61,3 millones de dólares, una cantidad que se queda muy lejos de los mil millones que llego a tener en enero de 2007 (cuando la cotización del banco llegaba a máximos) o hace un mes cuando sus acciones valían 450 millones.
La suma que ha canjeado es sólo algo más del doble que lo que Cayne pagó hace un mes por hacerse con dos apartamentos en el Hotel Plaza. El ejecutivo, que en los últimos días ha ido a la oficina con guardaespaldas, desembolsó 24,7 millones de dólares por estas viviendas en el reconvertido edificio en la esquina de la calle 59 con la Quinta Avenida de Manhattan.
Algunos de los enojados empleados de Bear Stearns que han perdido la mayor parte de sus ahorros con la venta-rescate del banco, añaden la compra de estas propiedades a la lista de críticas que reservan para un ejecutivo que ha hecho gala de haber llevado al extremo la delegación de sus responsabilidades.
Las crónicas que narran la crisis de Bear Stearns comenzaron a mandar señales de dramatismo en junio, cuando se dudaba de la viabilidad de dos de sus muy apalancados hedge funds. Durante 10 días de julio, cuando la crisis se desató hasta el punto de llevar a la liquidación a estos fondos, Cayne estuvo en Nashville, Tennessee, participando en un campeonato de bridge y jugando al golf. No tenía ni móvil ni blackberry con la que estar al tanto de lo que ocurría en la firma que dirigía, según informó The Wall Street Journal. El diario, afirmaba que, además, Cayne había fumado marihuana, algo que él negó.
Pasión por el bridge
Su pasión por las cartas es precisamente lo que le unió el también directivo Alan Ace Greenberg, cuando se conocieron en 1969. A Greenberg también le gusta el bridge que era a lo que se dedicaba Cayne hace ya casi cuatro décadas antes de entrar como intermediario en Bear Stearns.
Al bridge también estaba jugando, esta vez en Detroit, cuando su sucesor, Alan Schwartz, negociaba la venta del banco a JPMorgan para evitar su suspensión de pagos. La caída en desgracia de Cayne incluye el abandono de una conferencia telefónica con analistas en agosto tras unas breves palabras de introducción y unas declaraciones de su director financiero diciendo que la situación del mercado de bonos, en el que Bear era un gran protagonista, era 'la peor que había visto en 22 años'.