El porqué del fichaje de Pizarro
José Ignacio Jiménez indaga las razones que llevaron al Partido Popular a importar a un número dos de fuera del aparato y defiende que las organizaciones políticas se alejen de su endogamia habitual
¿Qué lleva al responsable de un equipo donde abundan profesionales de experiencia y éxito a buscar talento fuera de dicho equipo? Esta situación, que los ingleses denominan lateral hires, supone un dilema para cualquier organización: realizar un fichaje externo cuando supuestamente tienes dentro profesionales que pueden optar al puesto ofrecido, puede derivar en un cisma con esos potenciales talentos internos que acaba afectando gravemente a la organización. Por ejemplo, puede producirse una fuga de talentos a otros proyectos que les ofrecen lo que demandan como siguiente paso de su carrera. Esta situación nos lleva a que los profesionales fugados hagan la competencia a su anterior empleador y a que se genere un clima poco propicio, al constatarse que se apuesta por talento foráneo en vez de propio.
En el mundo jurídico, hay gabinetes de abogados que sólo se plantean crecimientos orgánicos y en ningún caso laterales (abogados de otras firmas), fomentando de esta manera una cultura fuerte y cerrada. Hablando de abogados, uno del Estado, como Manuel Pizarro, supone un ejemplo de esta situación dentro de una organización como el Partido Popular (PP), que hasta ahora ha fomentado una cultura fuerte y cerrada. Políticamente, todos los partidos tienen la misma cultura: son un ejemplo de estanqueidad, donde el currículum de sus miembros suele ser exclusivamente político, sin muchos cambios experienciales. Mientras en el mundo privado nuestro país ha evolucionado hacia un modelo más anglosajón y moderno, donde distintas experiencias profesionales de un directivo se valoran positivamente por la amplitud de escenarios que aportan, el entorno político sigue siendo un club privado, endogámico.
La pregunta que hacíamos al inicio es de compleja respuesta. Que el PP fichara a Pizarro rompiendo con su hasta ahora estrategia de no lateral hires se debe, aparentemente, a varios motivos. Primero, cuando uno mira hacia dentro y su reacción es decir: 'Jo, qué tropa', citando al conde de Romanones y su agria crítica a la deprimente situación política de la Restauración, está todo dicho. Es obvio que Mariano Rajoy disponía en su equipo de candidatos jóvenes y sobradamente preparados para optar al ansiado puesto de número dos, pero el problema es que éstos también quieren el número uno. Segundo, hay candidatos de mayor peso todavía que los anteriores, pero que nunca volverían a realizar labores de número dos (axioma éste casi religión en las estructuras políticas y del Estado), y que sólo se plantearían opciones en lo más alto del cajón (donde ya hay inquilino). En este caso, este tipo de candidatos prefieren optar por caminos alternativos en otros ecosistemas (como la empresa privada, donde la banca gana). Además, es necesario hacer marketing dentro de un proceso de campaña electoral. Hay que vender, y para vender es importante no sólo tener buen producto, sino que éste sea de impacto. Un especialista en marketing nos explicaría la estrategia a seguir para llegar al consumidor final, pero, si lo aplicase al terreno que nos ocupa, llegaría a Pizarro como ese posible producto final de impacto.
Importar talento externo es un buen precedente en el contexto político y supone aire nuevo en el escenario
En resumen, caminos paralelos a cómo se origina una búsqueda de un directivo en la empresa privada: se produce una necesidad debida a crecimiento, sustitución, promoción, reestructuración, nuevas estrategias o nuevas capacidades (todo ello aplicable al escenario del PP), y primero se busca dentro evaluando posibles candidatos. Si la opción interna se descarta, se baraja la alternativa de directivos de éxito que ya conocen la organización del pasado y que por tanto tendrían fácil integración. Y, si de nuevo esta segunda opción no resultase, se acude a un fichaje externo con afinidad con el proyecto.
No vamos a descubrir la experiencia profesional tanto en lo público como en lo privado de Pizarro. Sí creemos que su impacto actual viene reforzado por su paralelismo con el conquistador del mismo nombre y, por ejemplo, con el episodio de su defensa de Lima ante el cerco de Quizo Yupanqui (que cada cual interprete el papel que más le guste, pero recordemos también que Pizarro conquistó el Perú y más tarde murió asesinado por los partidarios de su entonces socio de aventuras, Diego de Almagro). La imagen de Pizarro se ha visto reforzada como defensor del inversor particular, Constitución en mano. Alguien con un discurso directo que, sin duda, aportaba las competencias adecuadas a las necesidades requeridas.
Independientemente del resultado, el que por una vez un aparato político haya importado talento externo a sus organizaciones contrarresta la endogamia predominante y es un buen precedente en el actual contexto político. Supone aire nuevo en el escenario y, cuanto menos, obras más entretenidas.
También en este ejemplo hay un círculo que se acaba cerrando: Pizarro es abogado del Estado y su formación y vocación es de servicio público. Siguiendo el trasvase de lo público a lo privado recaló en la compañía privada, algo que de no remediarse vía, entre otras medidas, de una adecuada remuneración de los altos funcionarios de la Administración, puede llevar a una descapitalización del talento del Estado en el futuro inmediato. Por tanto, se trata de una vuelta hacia lo público, que le formó, tenga sentido o no.
José Ignacio Jiménez Director general de Norman Broadbent