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Tribuna
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Retos de I+D para una nueva legislatura

El comienzo de esta nueva legislatura llega con la promesa de situar a España en vanguardia de las economías europeas. Para ello, no cabe otra alternativa que aumentar nuestra competitividad y la productividad de nuestro tejido empresarial. Un país que se perfila como octava potencia mundial no debe permitirse resultados exiguos en ambas cuestiones, como lo constata -año tras año- la propia Comisión Europea.

En la competitividad de un país influyen múltiples factores, y uno de los más importantes es su comportamiento en materia de innovación e I+D. En este ámbito, el nuevo Gobierno tiene ante sí dos tareas irrenunciables: mantener y potenciar aquellas medidas que se ha demostrado eficaces antes del 9 de marzo y -por otra parte- aplicar nuevas políticas que contribuyan al fortalecimiento del sistema.

Durante la pasada legislatura se dieron pasos importantes. Además de aumentar los fondos públicos destinados a I+D, a razón de un 25% anual, se aplicaron políticas de éxito indiscutible. Entre ellas, destaca la estrategia denominada Ingenio 2010, una serie de actuaciones innovadoras entre las que sobresale el Programa Cenit (Consorcios Estratégicos Nacionales en Investigación Técnica), auténtico motor para la colaboración entre empresas y organismos investigadores.

Las empresas deberán coger el testigo de la investigación, implicarse más y apostar por la internacionalización

Otra de las medidas que viene ofreciendo buenos resultados es la desgravación fiscal por actividades relacionadas con el I+D+i. Sin duda, ha constituido el mayor acicate para la innovación en las empresas durante los últimos años. Por esta razón (así lo corroboraba recientemente la CEOE en su Plan Estratégico para la Economía Española), no se entiende el anuncio de revisión y posible desaparición de estos incentivos en 2011.

Pisar el acelerador

No podemos permitirnos el lujo de renunciar a medidas que hasta hoy se han demostrado eficaces. Al menos, hasta que España consiga ponerse a la altura de la media europea. Una forma de compararnos con otros países es recurrir a lo que se denomina intensidad en I+D; es decir, el porcentaje sobre PIB que las Administraciones invierten anualmente en este tipo de actividades. La media europea (2006) se sitúa al borde del 1,9% (frente al 1,2% español).

En la presente legislatura -por tanto- habrá que pisar el acelerador. En 2002 (según el INE), el gasto español en I+D se situaba en el 1% del PIB. En definitiva, la cifra se ha incrementado en un 0,2% en cuatro años. Teniendo en cuenta que Ingenio 2010 marca un objetivo de un 2% para el final de esta década, ¿seremos capaces de lograr un crecimiento del 0,8% en los cuatro ejercicios siguientes?

La Administración deberá implantar eficazmente el Plan Nacional de I+D+i (2008-2011), que tiene por objeto situar a España en la cima del conocimiento, promover un tejido empresarial competitivo y apostar sin ambages por la internacionalización. Aprobado el pasado año, viene a sumar esfuerzos a Ingenio 2010 en el relanzamiento de la innovación en nuestro país.

Participación en europa

Hay que dar pasos firmes y atender no sólo a nuestro caminar, sino también al de los países de nuestro entorno. España deberá apostar fuerte en Europa e incentivar a sus empresas para que participen intensamente en programas de ayudas mediante proyectos ambiciosos. El denominado VII Programa Marco 2007-2013 constituye la principal iniciativa europea de apoyo al I+D. Aunque España incrementa el retorno de sus esfuerzos innovadores, su posición relativa en la UE parece estancada, ocupando la sexta plaza en cuanto al retorno de la investigación realizada durante el periodo 2002-2006 (VI Programa Marco), justo por detrás de Holanda.

En cualquier caso, tan importante como la labor de la Administración resulta el esfuerzo por parte de la iniciativa privada. Hoy, el conjunto de las 20 empresas españolas que más invierten en I+D supone menos de la cuarta parte de lo que invierte cualquiera de compañías líderes en el sector, como Pfizer, Ford, Johnson&Johnson o Microsoft: más de 5.400 millones de euros anuales (2007 EU Industrial R&D Investment Scoreboard). Unas cifras que, además, suponen la mitad del gasto total en España (11.800 millones, según el INE, en 2006).

Para que la brecha no sea tan acusada, las compañías españolas están obligadas a aplicarse en un doble sentido. Por un lado, tiene que haber más empresas innovadoras y, por otra parte, las que ya practican actividades de I+D deben hacerlo de forma continuada y sin bajar la guardia.

En resumen, la nueva legislatura debería simbolizar el esfuerzo coordinado de los actores que conforman el panorama de la innovación en España. Durante los próximos cuatro años, las instituciones tendrán que convertir el I+D+i en factor clave de competitividad a través de los programas e incentivos diversos.

Por su parte, las empresas deberán recoger el testigo, implicarse más y apostar por la internacionalización. Todo ello, en un marco conjunto, en el que colaboren el propio tejido empresarial, los centros tecnológicos, las universidades y las consultoras especializadas.

José Mª Zabala Director general de Asesoría Industrial Zabala

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