Las apuestas que precisa la economía
Tanto Pedro Solbes como Manuel Pizarro explicaron ayer sus medidas económicas a los empresarios en dos encuentros por separado. Ante una nutrida representación del mundo de los negocios, los candidatos -y uno de los dos, previsible responsable de la política económica para los próximos cuatro años- lanzaron mensajes sobre fiscalidad, energía, empleo o vivienda.
En ambos casos, se echa de menos un discurso global que muestre de forma clara y conexa cuáles son sus planes para afrontar una situación económica de seria desaceleración. Aunque la economía española sigue creciendo en torno al 3%, los indicadores adelantados y, sobre todo, los índices que miden la confianza de consumidores y empresas avanzan un debilitamiento para los próximos trimestres. La mayor evidencia viene de la mano de la construcción residencial donde se percibe una fuerte desaceleración. En este sentido, cabría esperar de los políticos, especialmente de los del área económica, un discurso y un programa volcados en devolver la confianza de los españoles. Pocas medidas tendrán eficacia si empresas y familias no vuelven a creer que el futuro está despejado. Aunque ni Pizarro ni Solbes ofrecen ese mensaje global, ayer explicaron algunas de sus medidas concretas ante los empresarios, horas antes del segundo debate televisivo de anoche entre Zapatero y Rajoy.
En materia fiscal, Solbes volvió a dejar claro que no plantean una gran reforma para los próximos cuatro años, pero matizó por primera vez que no descartan recortes de impuestos si lo permite la situación económica y el superávit presupuestario. A preguntas de los empresarios no quiso explicar si se incluiría el impuesto de sociedades, pero descartó subir el IVA -para compensar una rebaja de cotizaciones a la Seguridad Social pedida por los asistentes- por ser una medida inflacionista. Ante la timidez fiscal del PSOE, el PP, por boca de Juan Costa, anunció ayer un nuevo cambio en el IRPF al desvelar que aumentará la deducción fiscal para la vivienda en diez puntos y elevará la base de la deducción de los 9.000 euros actuales a 10.000, con una merma previsible para el erario público de unos 1.500 millones. Los populares no han cuantificado el coste de las medidas fiscales que han ido desgranando durante la campaña, pero Solbes lo cifra en 30.000 millones. Son muchas medidas puntuales, no una reforma armonizada, y si finalmente implica el recorte de ingresos que dice el vicepresidente daría al traste con la estabilidad fiscal en momentos delicados.
No es fácil hacer planteamientos rigurosos en tiempo electoral. El frenesí del voto arrastra las dotes de seriedad que precisa una economía que, como la española, atraviesa un momento de desaceleración. Pero los agentes económicos merecen primero un diagnóstico lo más aproximado posible a la realidad y un planteamiento claro y creíble de soluciones. Los planes de choque sirven de poco para invertir una tendencia desaceleradora fuerte. Pero tienen el valor psicológico de aportar confianza y deben ser un primer paso para una política económica que, huérfana de instrumentos cambiarios y monetarios, y con el Presupuesto y la regulación como únicos instrumentos, devuelvan el crédito en el crecimiento.