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Elecciones en Rusia

Barroso se apresura a felicitar a Medvedev mientras Gazprom corta el gas a Ucrania

El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, se apresuró ayer a felicitar a Dimitriv Medvedev por su victoria en las elecciones presidenciales rusas del domingo a pesar de las dudas internacionales sobre la limpieza del proceso. Gazprom, el gigante ruso que en estos momentos preside Medvedev, también celebró a su manera la jornada, recortando un 25% el suministro de gas a Ucrania.

La felicitación de Barroso a Medvedev rezuma normalidad, como si el proceso de sucesión de Putin y su anunciada reencarnación como primer ministro ruso cumpliera todos los estándares democráticos. Ante el hecho consumado, Bruselas parece resignada a tender lazos hacia un oscuro burócrata que con 42 años se convertirá en mayo en el dignatario más joven de Rusia desde el zar Nicolas II.

'Confío', señaló Barroso, 'en que bajo el liderazgo del presidente Medvedev, la Federación Rusa y la Unión Europea consolidarán y desarrollarán su asociación estratégica'. El presidente de la CE cree que esa privilegiada relación 'no se basa sólo en intereses comunes, sino también en el respeto por los valores con los que ambos hemos declarado nuestro compromiso'.

La realidad, sin embargo, demostró ayer que en las relaciones con el Kremlin resulta muy difícil mantener el equilibrio entre intereses y valores. Desde Estrasburgo, la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa recordó que 'para que una elección sea buena, tiene que serlo todo el proceso, no sólo el día de la votación'. En Moscú, la compañía rusa Gazprom, quizá como advertencia ante una posible campaña internacional de deslegitimación de Medvedev, cerró el grifo del gasoducto que a través de Ucrania llega a Europa occidental. El cierre afectó sólo al 25% del suministro. Y ese cuartillo, explicó la compañía que preside el propio Medvedev, es una decisión de política energética destinada sólo a castigar la morosidad de Ucrania y en ningún caso debería afectar a los clientes occidentales de Gazprom.

El gesto de Gazprom, en cualquier caso, simboliza la continuidad en la política rusa tras el relevo en el Kremlin. Como su mentor, Medvedev parece dispuesto a reclamar un papel prominente para Rusia en la escena internacional. Y puede recurrir a sus ingentes recursos energéticos (suministra un tercio del gas que consume Europa y un 25% del petróleo) para conseguirlo.

Putin expresó ayer su convencimiento de que Medvedev 'cumplirá las expectativas y hará lo necesario por continuar la labor de fortalecimiento del país y de su economía'. Y su delfín acató el guión, asegurando que 'mi mandato va ser una continuación directa' del anterior presidente.

Conflictos

Para Bruselas, ese anuncio bicéfalo significa otros cuatro años de tensas relaciones con un vecino desconfiado y propenso a la iracundia. De entrada, la Unión Europea puede despedirse, si no lo ha hecho ya, de la Carta de la Energía, un acuerdo internacional sobre el mercado energético que pretendía regular la relación entre países suministradores, consumidores y de tránsito. Con el presidente de Gazprom al frente del país, y Putin como primer ministro, parece poco probable que Moscú se plantee siquiera ratificar ese texto.

El relevo en el Kremlin, sin embargo, quizá permita a Bruselas retomar la idea de un acuerdo de asociación estratégico, que quedó bloqueada por el enfrentamiento entre Varsovia y Moscú. El reciente cambio de Gobierno en Polonia también puede facilitar el inicio de las negociaciones.

El conflicto sobre la independencia de Kosovo, que Moscú se niega a reconocer, continuará, en cambio, emponzoñando las relaciones. Gazprom, bajo la batuta de Medvedev, llegó a un acuerdo recientemente con Serbia para comprar la principal compañía energética del país y marcar así el interés de Rusia por la zona.

¿Putin II o el doble de Putin?

Los politólogos internacionales interpretan la aplastante victoria de Medvedev como el resultado de unas elecciones que el actual presidente VladimirPutin supo convertir, con una peligrosa mezcla de astucia política y combate despiadado a la oposición, en un plebiscito sobre sus ocho años de mandato. El electorado ruso, que identifica a Putin con el supuesto renacer de un país humillado por Occidente a finales del siglo XX, ha premiado al antiguo dirigente del KGB dando a su delfín un 70% de los votos emitidos, el cuádruple que a su más inmediato seguidor. La abultada cifra casi iguala el 71% que obtuvo Putin en la anterior elección y que ahora no podía repetir porque la Constitución rusa sólo permite dos mandatos presidenciales.Pero si el relevo en el Kremlin ha seguido el guión dictado por Putin, ahora se abre la incógnita sobre el papel que jugará su sucesor. Algunos analistas creen que el nuevo presidente perderá poder en favor de un Putin que, desde su puesto como primer ministro, seguirá dirigiendo el país. Otros, en cambio, creen que el delfín puede relevarse contra su mentor, del mismo modo que Putin acabó con la memoria del suyo, Boris Yeltsin. ¿Imitará Medvedev a Putin o se plegará ante Putin II?

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